¿Las parejas que duermen separadas descansan mejor?
Más del 35 % de las personas reconoce que ocasionalmente o de forma constante duerme en otra habitación para preservar algo que, en estos tiempos, parece más valioso que la intimidad: el descanso

En tiempos pretéritos, dormir en la misma cama era símbolo de compromiso, de unidad, de compartir el cansancio del día y, por qué no, el ronquido del otro. Hoy, esa práctica está en franca decadencia.
Una tercera parte de los estadounidenses ha optado por un acuerdo tácito más moderno y, quizá, más funcional: el divorcio... pero del sueño.
La American Academy of Sleep Medicine (AASM) no habla de moral ni de afectos, sino de datos.
Según su encuesta realizada entre el 24 y el 29 de marzo de 2023 a 2,005 adultos, más del 35 % de las personas reconoce que ocasionalmente o de forma constante duerme en otra habitación para preservar algo que, en estos tiempos, parece más valioso que la intimidad: el descanso.
Los hombres lideran esta tendencia, con un 45 % que admite abandonar el lecho conyugal de vez en cuando o casi siempre, frente a un 25 % de las mujeres.
El término técnico es "sleep divorce", pero llamarlo divorcio suena melodramático. Al fin y al cabo, nadie está pidiendo la custodia de las sábanas ni firmando papeles ante un juez.
Se trata, simplemente, de sobrevivir a las batallas nocturnas: el que acapara las cobijas, el que se retuerce como un condenado, el que ronca como si tuviera un motor diésel en el pecho.
Las generaciones

Mileniales y generación Z son los campeones de esta práctica. Casi la mitad de los mileniales (43 %) admite dormir en otra habitación para esquivar a su pareja. Los de la generación X (33 %) y los baby boomers (22 %) son menos entusiastas, quizá por nostalgia, costumbre o resignación.
La Silent Generation, esa que aprendió a dormir entre crujidos de muelles y respiraciones profundas, prácticamente no ajusta su rutina por nadie. Tal vez porque, a los 77 años o más, quien duerme... duerme.
Encuesta
El sondeo de la AASM, con un margen de error de apenas ±2 %, es claro en sus cifras. Un 33 % de los encuestados confiesa que se acuesta más temprano o más tarde de lo que quisiera para no molestar —o para no ser molestado— por su pareja.
Un 20% duerme en otra habitación ocasionalmente y un 15 % lo hace de forma constante. Los hombres, por cierto, son tres veces más propensos que las mujeres a usar alarmas silenciosas. Parece que prefieren despertarse solos, sin sobresaltos y, sobre todo, sin ser despertados.
La doctora Seema Khosla, neumóloga y portavoz de la AASM, lo explica sin rodeos: "Sabemos que dormir mal empeora el humor. Las personas privadas de sueño son más propensas a discutir con sus parejas. Y sí, hay resentimiento hacia quien te despierta".
Según ella, dormir bien es importante para la salud y la felicidad. El amor es bonito, claro, pero no a costa de andar somnoliento todo el día.
- El ronquido es otro capítulo de esta comedia nocturna. Cuando no es un simple fastidio, puede ser un síntoma de apnea del sueño, un problema que va más allá del mal dormir y que puede provocar desde fatiga hasta pérdida de memoria o disfunción sexual. Khosla recomienda que quienes roncan visiten a un médico. No por cortesía, sino por salud pública. Y también por compasión hacia el que duerme (o intenta dormir) al lado.
La tendencia no es exclusiva de una región del país.
Aunque los habitantes del oeste de EE. UU. son los más propensos a usar tapones en los oídos (23 %), y los del noreste prefieren las máscaras para los ojos (20 %), en general, la práctica de dormir separado se extiende por todo el mapa, como una costumbre que deja de ser excepción para convertirse en norma.