Desperdicios en carretera Sánchez, una práctica normalizada
Vertederos improvisados se encuentran al borde de la vía
Ciudadanos lanzan basura y escombros en el entorno

A lo largo de la carretera Sánchez se ha normalizado la presencia de importantes cantidades de desechos sólidos acumulados a ambos lados de la vía, que evidencia la falta de atención institucional y ciudadana frente a un problema ambiental cada vez más crítico.
El dedo acusador respecto a quién es responsable de la recolección y limpieza señala principalmente al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, como institución encargada del mantenimiento de carreteras y autopistas del país.
Pero la responsabilidad principal en la creación de este problema es del ciudadano, debido a la constante práctica de lanzar basura en lugares no autorizados.
A esto se suma la deficiencia en educación ambiental y el invisible papel de las alcaldías municipales, que en muchos casos no cumplen adecuadamente con la gestión de los desechos sólidos.
Tábara Abajo
En todo el trayecto de la carretera Sánchez, uno de los puntos más críticos es el vertedero ubicado en Tábara Abajo, provincia de Azua, donde los desperdicios alcanzan incluso el borde de la vía, generando peligros significativos para los conductores por la invasión directa del carril de paseo del tránsito.
Durante un recorrido realizado se constató cómo los desperdicios eran empujados fuera de la orilla de la vía.
La situación es tan extrema que en ese tramo comprendido entre Azua y Barahona resulta imposible bajar los cristales de los vehículos debido al penetrante hedor de la basura quemada, acompañado por la molestia constante de las moscas.
El problema no se limita únicamente a Tábara Abajo. Desde Santo Domingo hasta Barahona, especialmente tras superar Baní, la situación empeora visiblemente.
En la larga recta de Azua se contabilizaron al menos 15 lugares específicos donde se puede apreciar que se arroja desecho frecuentemente, incluyendo basura quemada, escombros de construcción y abundantes objetos plásticos a menos de 20 metros de la vía.
A pesar de que en el trayecto inicial de la autopista 6 de Noviembre, entre Santo Domingo y Baní, la situación parece estar bajo relativo control gracias a frecuentes operativos de limpieza, esta práctica no se replica en el resto de la vía.
Los puntos críticos se multiplican en el sur profundo del país, evidenciando a un problema de gestión pública, pero también de educación ciudadana sobre el manejo responsable de residuos.
No hay persecución
Más allá de la responsabilidad de Obras Públicas o las alcaldías, el comportamiento ciudadano refleja una grave ausencia de conciencia medioambiental. Lanzar desperdicios se ha convertido en una práctica cotidiana y tolerada. Esto contrasta notablemente con la imagen que el país pretende proyectar como destino turístico de primer nivel.
Mirando a la solución, se precisa una óptica distinta hacia la falta de fiscalización y aplicación estricta de sanciones contra quienes lancen basura.
La Ley No. 64-00 que crea el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales establece hasta sanciones penales a las que se serán sometidas las personas que violen las normas para la conservación, protección, mejoramiento y restauración del medio ambiente y los recursos naturales, asegurando su uso sostenible.
Pero también la ley 63-17 sobre Movilidad y Transporte Terrestre. El artículo 144, sobre conservación de las vías públicas y paseos prohíbe arrojar en las vías públicas o paseos, dentro de la servidumbre de paso, desechos y otras materias análogas ofensivas a la salud, al medioambiente, al ornato o a la seguridad vial.
La violación de este artículo dispone multa equivalente al salario mínimo.
Sin embargo, en las carreteras dominicanas no existe un organismo, ni una fuerza militar o policial capacitada para colocar estas sanciones a los infractores.