América latina está aún lejos de abandonar los combustibles fósiles
La realidad de las políticas nacionales no siempre coincide con lo que recomiendan los científicos para reducir los gases de efecto invernadero
"El límite de 1,5 grados de aumento de la temperatura sólo es posible si finalmente dejamos de usar combustibles fósiles". Las palabras del Secretario General de Naciones Unidas en apertura de la Cop28 de Dubái el mes pasado eran muy claras. El mensaje de Antonio Guterres ha sido parcialmente recibido por las naciones del mundo entero reunidas en la conferencia climática.
La declaración final de la Cop28 indica que los países se comprometen a operar una transición para abandonar el uso de estas energías responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. Claro, bajo la presión de los países productores de petróleo reticentes a este cambio drástico, se incluyeron una serie de excepciones como la captación del Co2 o el uso del gas que matizan esta ambición, pero el mensaje ahí está por primera vez.
Los gobiernos latinoamericanos que defendían esta posición ambiciosa, volvieron a sus respectivos países satisfechos. "Este texto es histórico porque nos dará un impulso para legitimar la transición energética a nivel doméstico", reaccionaba por ejemplo Susana Muhamad, ministra colombiana de medio ambiente y que destacó en esta Copa 28. Su país ha decretado, por ejemplo, la suspensión de las nuevas concesiones de petróleo y quiere abandonar progresivamente la producción de carbón, al igual que otros países de América latina.
El gobierno de Gustavo Petro ha mostrado grandes ambicione en materia climática, pero el discurso a veces contradice la realidad local, observa José Vega, investigador del Instituto de Estocolmo para el Medioambiente (SEI, por sus siglas en inglés).
Los países que se "aferran" a los combustibles fósiles
"No estamos encaminados precisamente hacia el fin de combustible fósiles en la región", asevera el experto.
"Hay países que sí ha aumentado su ambición, por ejemplo, Colombia o Chile, pero la tendencia regional con países como México, como Brasil, como Argentina, continúa siendo aferrarse a los combustibles fósiles como motor económico", constata José Vega. "Nos está costando alinearnos a las ambiciones climáticas que son necesarias en medio de la crisis", agrega.
En un informe publicado en noviembre de 2023, titulado "Informe de Brecha de producción", el instituto SEI, en el que los expertos evalúan la distancia entre la producción hidrocarburos y los objetivos de reducción. "Las estimaciones de producción, por ejemplo, de carbón, petróleo y gas, son 460 por 129% y 82%, mayores de las que serían necesarias para limitar el calentamiento global", detalla José Vega.
Dicho informe evalúa en particular tres países latinoamericanos que son grandes productos de energía fósil: Colombia, Argentina y México.
Las energías renovables, riqueza de América latina
Y mientras algunos países del mundo están apostando masivamente a las energías renovables como EE. UU con los incentivos fiscales para la compra de autos eléctricos, por ejemplo; los países europeos con la construcción de grandes parques eólicos en Europa; o la energía solar en China e India, ¿cuáles son las energías verdes de las que dispone Latinoamérica?
"América latina es una región muy rica en recursos naturales, entonces las hidroeléctricas, por ejemplo, han venido siendo una parte importante de la matriz eléctrica de la región y aunque renovable, tiene unas afectaciones también al territorio", apunta José Vega.
"Además de eso, la región cuenta con grandes recursos de energía solar en Chile y Colombia y energía eólica, regiones como la Guajira en Colombia, al norte de Colombia o la Patagonia. Ya incluso el nordeste de Brasil tiene gran potencial eólico", concluye José Vega.
El litio, no tan ´verde´ como parece
Incrementar las fuentes de energías que no emiten Co2 es lo que recomiendan las ONG que defienden el clima, sí, pero no a cualquier costo. La energía solar fotovoltaica y la energía eólica son los dos grandes potenciales engérticos de transición de la region, reconoce Estefanía González subdirectora de campañas de la ONG Greenpeace en Argentina, Chile y Colombia.
Sin embargo, la extracción de litio, mineral indispensable para el desarrollo de las baterías eléctricas puede tener impactos ambientales: "Cuando hablamos de litio en Latinoamérica estamos hablando de salares e implica secarlos. Es una minería de agua en algunos de los ecosistemas más secos del planeta. En el caso de Chile, estamos hablando del desierto de Atacama, el desierto más árido del mundo y donde estamos secando las últimas fuentes de agua que ayudan a los a los equilibrios ecosistémicos", advierte Estefanía González, entrevistada por RFI.
El otro reto que enfrenta América latina para la su transición energética es el de los recursos financieros. Renunciar a una renta petrolera, invertir en transportes eléctricos, instalar parques eólicos cuesta dinero. ¿Cómo encontrar estos recursos necesarios?
La activista de Greenpeace estima que se trata de un tema de justicia climática global: "Acá hay una deuda pendiente de quiénes son los mayores emisores y que son el mundo desarrollado que no solamente ya consumió gran parte del espacio atmosférico, sino que sigue emitiendo. Por lo tanto, hoy día tienen que bajar sus emisiones de manera de manera drástica y además generaron un montón de ganancias millonarias en base a esas emisiones".
"No solamente los países, sino que también las grandes industrias hoy día deben trasladar estas ganancias a través de recursos financieros claros a los países en vías de desarrollo, hacia los países que no son los responsables en términos generales de la crisis climática actual", aboga González.
Con la amenaza climática en telón de fondo, la extracción de energías fósiles se convertirá sin duda en un debate álgido sobre si dejar en tierra o no el gas, el petróleo y el carbón. En Ecuador, por ejemplo, el año pasado, una mayoría de electores votó a favor de detener la explotación del crudo en el bloque Yasuní YTT. Un mensaje claro al nuevo gobierno ecuatoriano para orientar El País hacia la senda de un mundo pos tpetróleo.