Air cocaine
Cuando el narcotráfico es tragedia para unos y comedia para otros
El documental sobre el escándalo del narcotráfico Air Cocaine, aquel en el que tres pilotos de un vuelo privado y un pasajero fueron detenidos durante los tiempos del general Rolando Rosado Mateo con una carga de alrededor de 600 kilos de cocaína, revela dos mundos del narcotráfico.
Un mundo donde el narcotráfico es tragedia y otro donde es comedia.
Es tragedia en el país que vive bajo la violencia, el escándalo y el amarillismo mediático y político de la cocaína. En esa lista estamos los países productores (Colombia, Ecuador, Perú) y los que servimos de tránsito: todos los demás al sur de Estados Unidos y al oeste del Atlántico.
Los que estamos de este lado padecemos del negocio de la droga como un espectáculo que se reduce a la confiscación de kilos y la detención/extorsión de personas de influencia política y económica vinculadas al bajo mundo.
Es tragedia donde se quiere imponer que los narcotraficantes mueven la economía local, y donde, según el gobierno de turno, hay narcoestado o no.
Es comedia en Europa y Estados Unidos, donde el tráfico de droga (y el consumo) es algo sexy. Así se le ha retratado en esas culturas, donde se inmortaliza el consumo de drogas a través de producciones audiovisuales y la música. Allá el narcotráfico es de aventura y glamour.
Allá cargan con los adictos; aquí, con los muertos.
Aquí se celebra cada decomiso como si fuera la final de un Mundial, con fotos, cifras y ruedas de prensa. Allá, un cargamento interceptado apenas da para nota corta. A menos que sea una historia espectacular, entonces se convierten en estrellas de rock. Que precisan de rescates espectaculares
Aquí, cada alijo parece un golpe al imperio del mal. Allá, es solo parte del negocio.
Y ese es el ridículo de la droga: mientras unos mueren, otros hacen series de televisión.