Sarampión
El carné de vacunación ha sido una herramienta eficaz durante décadas
Estados Unidos enfrenta un brote de sarampión que ha alcanzado nueve estados, con 156 casos reportados y la primera víctima mortal en años. El 95 % de los contagiados no estaba vacunado.
Hasta ahora, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han confirmado casos de sarampión en Alaska, California, Georgia, Kentucky, Nueva Jersey, Nuevo México, Nueva York, Rhode Island y Texas.
En respuesta, el Ministerio de Salud Pública de República Dominicana ha anunciado el reforzamiento de medidas para prevenir contagios. Este plan debe incluir campañas de concienciación en comunidades con bajas tasas de vacunación.
El contexto regional refuerza la importancia de esta medida. Haití enfrenta un colapso de sus servicios básicos, incluida la vacunación, lo que aumenta el riesgo de propagación de enfermedades prevenibles.
Ante esta situación, cualquier estrategia debe considerar a la población migrante en el país, a pesar de los desafíos logísticos que esto implique.
El carné de vacunación ha sido una herramienta eficaz durante décadas.
Jugar la carta nacionalista en este caso es tremendo disparate. El sarampión no distingue nacionalidades ni fronteras, amén de que en la práctica es una inversión adicional que se hace en la población ilegal.
Es común pensar en la comunidad haitiana, integrada mayormente en los estratos más bajos de la sociedad dominicana. Pero lo mismo aplica para venezolanos y otros grupos para acceder a los servicios de salud que se brindan en el país .
Sin embargo, ninguna campaña ni estrategia será eficaz, si no se vacuna a la mayoría de la población contra la enfermedad.
Ahora bien, la campaña no podrá ser efectiva si en el país existe una población renuente a vacunarse. Al final, la inmunización sigue siendo una decisión individual con consecuencias colectivas.