Un muro comercial en vez de un muro de concreto
Fábricas en vez de alambradas, la fórmula probada para la frontera

En tiempos de incertidumbre y tensión binacional, cuando resurgen voces que piden levantar muros físicos entre República Dominicana y Haití, vale la pena recordar que existe un muro mucho más eficaz, duradero y humano: el muro comercial.
No se trata de idealismos. El modelo existe, funciona y tiene nombre: CODEVI, el parque industrial instalado por el Grupo M en Ouanaminthe, justo al otro lado de la frontera en Dajabón. Allí, miles de haitianos y dominicanos comparten espacio, trabajo y progreso. En vez de separar, este muro comercial integra. En vez de expulsar, atrae. En vez de fomentar el caos, organiza.
Es hora de pensar en grande y replicar ese modelo en toda la franja fronteriza. Desde Pedernales hasta Monte Cristi, la frontera puede convertirse en un corredor económico binacional que transforme la narrativa del abandono y la amenaza en una de oportunidad y dignidad.
Replicar el modelo CODEVI: una visión de frontera productiva
Un muro comercial se construye con zonas económicas binacionales, infraestructura logística, marcos legales claros y capital humano capacitado. No se trata de regalar nada, sino de hacer rentable lo que hoy es tierra de nadie.
El primer paso es crear parques industriales binacionales en puntos estratégicos de la frontera: Elías Piña, Jimaní, Pedernales. Cada zona tiene vocación: textiles, agroindustria, energía renovable, reciclaje o logística. Estos polos deben operar bajo un régimen fiscal especial, como zona franca binacional, con reglas laborales transparentes y acceso controlado de trabajadores haitianos con estatus regular.
La experiencia de CODEVI demuestra que cuando hay visión empresarial, voluntad política y cooperación internacional, los resultados llegan. Ese parque no solo ha creado miles de empleos formales, sino que ha reducido el flujo migratorio irregular en su zona de influencia, al ofrecer una alternativa real a la desesperación.
Una frontera ordenada no es una frontera cerrada
Quienes promueven un muro de concreto imaginan que el aislamiento traerá orden. Pero la historia lo desmiente. Solo la formalización del comercio, la creación de empleos, el control eficiente de aduanas y la cooperación binacional pueden traer orden sostenible a la frontera.
La frontera dominico-haitiana no debe ser una cicatriz que divide, sino una columna vertebral de desarrollo compartido. La inversión privada dominicana, con apoyo estatal y respaldo internacional, puede liderar este cambio. Pero requiere valentía política y visión estratégica.
En vez de gastar millones en cemento, alambre y torres de vigilancia, invirtamos en puertos secos, carreteras inteligentes, formación técnica y mercados regulados. Construyamos centros logísticos, establezcamos reglas claras para la inversión y abramos paso a una economía binacional ordenada, en la que ambos pueblos puedan ganar.
Un muro comercial es también una política migratoria inteligente
Algunos temen que invertir en la frontera es ceder soberanía. Lo contrario es cierto: la falta de acción es lo que la cede al contrabando, a los traficantes de personas y a la ilegalidad. El desarrollo fronterizo es la mejor política migratoria posible: desincentiva la migración desordenada, genera empleo local y permite controlar el flujo de personas con dignidad y eficacia.
La frontera es hoy un terreno fértil que solo necesita dirección. Si CODEVI pudo echar raíces en el terreno más difícil, ¿por qué no podrían florecer otros parques industriales bajo el mismo modelo?
Este es el momento. La frontera necesita visión, inversión y reglas, no miedo ni alambradas. Construyamos, por fin, el muro que valga la pena: un muro comercial que nos una en vez de dividirnos.