Cambio climático y discapacidad
Por qué los planes climáticos ignoran a los más vulnerables

Los pronósticos sobre fenómenos naturales inquietan cada vez más. Empero, el cambio climático solo recibe respuestas globales ambigüas, aumentando el riesgo de las poblaciones vulnerables a un mayor deterioro de sus condiciones de vida.
Las advertencias de las agencias y organismos internacionales, contenidas en numerosos estudios, han sido insuficientes para concretar medidas que comprometan de manera contundente a los gobiernos del mundo, sobre todo a aquellos que, junto a sus élites, son los principales responsables del deterioro ambiental.
Un estudio del Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo, citado por Greenpeace en su página web, informa que «el 1 % más rico del planeta generó en 2019, la misma cantidad de emisiones de carbono que los 5,000 millones de personas sin acceso a lujos». Nada permite suponer que, seis años después, las cosas hayan cambiado.
Los platos rotos por este 1 % los pagan los más pobres y desasistidos social y económicamente con consecuencias que van de la inseguridad alimentaria, pérdida de bienes y medios de vida, como el trabajo, e incremento de la morbimortalidad, a mayores sufrimientos psíquicos y emocionales. La lista es solo enunciativa.
En este patético cuadro social y humano, las personas con discapacidad ven exponencialmente multiplicadas sus desventajas. La falta de políticas públicas que tomen en cuenta sus necesidades de protección frente a los fenómenos naturales, profundiza su vulnerabilidad y reconfirma que el cambio climático entraña también una cuestión de justicia social.
Conforme el Estudio sobre la situación de las personas con discapacidad en base a los datos del SUIBEN 2018, el 50.3 % de las personas dominicanas comprendidas en la muestra pertenecían a hogares en pobreza extrema o moderada. En el 54 % de estos hogares había una persona con discapacidad físico-motora, es decir, sin autonomía de movimiento. Estos porcentajes dan una idea de las dificultades de una parte importante de la población para encarar situaciones derivadas de desastres naturales.
No obstante, el Plan nacional de adaptación para el cambio climático en la República Dominicana 2015-2030 (PNACC RD), no incluye a las personas con discapacidad cuando define sus ejes estratégicos. De su parte, en el Plan de acción de género y cambio climático (PAGCC-RD), del 2018, se habla de la discapacidad como una de las variables a tomar en cuenta, aunque siempre asociada al género.
Las personas con discapacidad son mencionadas en La estrategia del Sistema de las Naciones Unidas para la acción climática. Un abordaje coordinado en la República Dominicana, aprobada en noviembre de 2024, pero como parte de los sectores que deben estar representados «en el conocimiento generado» y beneficiarse «de políticas basadas en evidencia».
Es decir, no se aborda la especificiddad de las personas con discapacidad.
Todos los pronósticos apuntan a que este año la temporada ciclónica será particularmente activa. Miguel Campusano, subdirector del Indomet, aseguró recientemente que la posibilidad de que por lo menos un huracán intenso impacte el Caribe sobrepasa el 50 %.
Situado geográficamente en el trayecto de los huracanes, el país ha comenzado a tomar previsiones, entre ellas la puesta en marcha del Plan Nacional de Contingencia para Huracanes 2025 del cual, como de los demás documentos, está ausente la más mínima previsión para el manejo de las personas con discapacidad. Nada se dice sobre cómo, llegado el caso, serán evacuadas e instaladas en los refugios, ni si se ha previsto algún protocolo de asistencia sociosanitaria que responda a sus particulares circunstancias.
Quizá ha llegado la hora de que la respuesta normativa al cambio climático y las contingencias naturales incluyan la discapacidad como cuestión específica.