×
Compartir
Versión Impresa
versión impresa
Secciones
Última Hora
Podcasts
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Juegos
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Redes Sociales

Del querer y los quereres... y otros desazones

Sempiternas historias de las razones del corazón

Nada mueve más el músculo humano y revuelve las neuronas en misteriosas rutas caóticas que el amor. Mil y una definiciones de lo que es esta descomunal, autónoma fuerza no logra agotar su alcance ni encapsular su entendimiento.

Todas las tormentas humanas surgidas desde la oscuridad de los primeros tiempos, giran alrededor de este enigmático eje. Las más excelsas o vulgares pasiones, han obnubilado las razones de la razón que, al decir de Blas Pascal son sustituidas por razones del corazón.

En el tráfago de la tempestad surgida por el amor inflamado –o la falta de éste- han nacido las mejores y también las más aberrantes decisiones personales y sociales: Guerras, devastaciones, homicidios, suicidios, ruina económica, hermosas obras de arte, poesía, arquitectura y literatura, constructivas iniciativas y movimientos sociales, personas y familias felices o impactadas en desgracia.

Filósofos, místicos y cientistas de la mente han dilucidado y escrito sobre el inacabable y sempiterno atractor en procura de su entendimiento. Hemos avizorado un Amor Universal del que parecen surgir desdobladas, como fibras patológicas o brazos benéficos otros esquistos que también hemos conocido o llamado amor. El alma y mente se confunden inextricablemente con el cerebro reptil del egoísmo y la supervivencia, o en el envés, eclosiona en sentimientos altos, intensos y en ocasiones abnegados.

Sobre el amor sentimental, pasional, noble, sano o enfermizo por otro ser, estos quereres y aspiración a ser queridos pueblan y erigen la raza humana desde nuestros aún oscuros comienzos. En esta larga vida conservo pinceladas de lo que he visto o vivido: historias reales, extraídas bajo el contacto en primer plano con quienes los han experimentado.

La vida es un indescifrable, encantador Misterio. Efímera, como es, nos impele a buscar conexión de íntima naturaleza y significación con otro congénere, en su brevísima cortedad. Partiendo de los más tiernos y limpios sentimientos de nuestros primeros meses hasta llegar a residir en un cuerpo y mente estragados por los años y las embestidas de la vida, el amor pervive y persiste con intensidades asombrosas...y nunca muere.

Esta búsqueda y a veces encuentro con "el otro" que nos completa, que es el culmen revelador y solución a nuestra soledad corporal y existencial, parece convertirse en el nodo central que calma o sacia una sed existencial indefinida y definitivamente indefinible. 

En el carrusel de tantas curiosas historias se marcan nuestras individuales improntas: El amor que por un solo instante y vez, pudo fundir a dos seres en un inolvidable fulgurazo y quedará como candente marca indeleble en el endocarpio de nuestro corazón. La pasión por aquel o aquella que nos insomniaba y nunca pudimos confesarle; El cariño perdido de él o de ella que no supimos valorar y dejamos perder, quedando nuestras manos y alma vacías, al darnos cuenta luego, de cuánto  necesitábamos haberlo conservado. El sentimiento correspondido que día a día dos seres renuevan y en él encuentran su realización y felicidad total. El "amor" onanista, que busca solo recibir sin dar, en ciegas depredadoras incursiones. El amor abnegado, noble, por el que sin dudarlo, entregamos nuestra vida o bienestar, para conservar la del amado o amada. El afecto languideciente que la distancia impone; el amor ideal o imaginario de una figura que nunca toma corporeidad y es la musa que inspira preciosas y sorprendentes obras literarias, canciones, poemas, esculturas, monumentos, y movimientos sociales  y tantas otras miles de narrativas   de ejemplos y casos de amor o lo que así creemos que es,  mostrándonos, entre, quizá infinitas posibilidades, hermosas, asombrosas, angelicales, horrorosas, aberradas, increíbles, inexplicables experiencias, de las que al menos una, tomó lugar en nuestra vida.

Bien lo dijo el poeta, que el amor es elixir y a la vez enfermedad. Elíxir para el que sabe buscar, corresponder y amar, procurando la felicidad del amado o amada, aun a costa de sí. Y también enfermedad, para los que aún no saben lo que quieren, ni cómo querer y toman el precioso regalo del sexo como el todo y único fin, a contrapelo del biunívoco e indescifrable enigma de dos seres que se convierten en uno.

Entre el querer y los quereres ¿Llegaremos a descubrir la causa suprema y única de la que nace este maravilloso reclamo de nuestros adentros? ¿Podremos, al fin, experimentarla y beber de la Fuente Original del Amor?

TEMAS -