En torno a la Ortografía y su enseñanza
Más allá de las reglas, enseñar ortografía con sentido

La Ortografía es la disciplina lingüística que se ocupa de describir y explicar las normas que regulan la correcta escritura de la lengua. Regula la Ortografía el modo correcto de escribir, es decir, el buen uso de los signos gráficos dentro de la palabra.
Esa regulación apunta hacia el logro de un magno propósito: la unidad de la lengua. De no existir un código ortográfico compuesto por reglas claras y precisas que rijan el uso del idioma, inevitable resultaría la fragmentación de este, por cuanto en cada comunidad lingüística se establecerían normas sectoriales y se escribiría atendiendo a sus particularidades fonéticas, generándose así un verdadero caos comunicativo. De ahí que se haya escrito con sobrada razón que «... la ortografía representa el pilar de la unidad de la lengua».
Los problemas ortográficos siempre han existido, existen y existirán a través del tiempo. Borra este juicio la falsa creencia de que la solución de tales problemas se origina, inicia y termina en los niveles básicos y medio del proceso educativo, y que, por esa razón, al ascender al nivel superior, los alumnos nada o muy poco tienen que aprender; pero nada más distanciado de la realidad.
Comprobado está que nuestros estudiantes universitarios y, peor aún, los profesionales egresados de los centros de estudios superiores, conservan y muestran notables deficiencias ortográficas, como bien se puede apreciar en la nota que un ingeniero industrial, hace ya varios años, vía correo electrónico remitió a su personal subalterno, cuando laboraba en una de las empresas pertenecientes a un prestigioso grupo empresarial de la ciudad de Santiago de los Caballeros. El texto de la referida nota decía así:
« La reunion se llebará a cabo a la cinco de la tarde en el salon de conferencia y en ella trataremos asuntos muy inportante para la compañia y para todos los empleado...»
¿Qué significa eso?
Que ciertamente las fallas ortográficas se mantienen, no siempre se superan o quedan definitivamente resueltas en los diferentes niveles de la educación formal. Y que si tales anomalías son continuas y permanentes, el aprendizaje y la enseñanza para superarlas deben ser también procesos continuos y permanentes.
En la enseñanza de la ortografía, la teoría jamás deberá imponerse a la práctica, y en lugar del memorismo expositivo, insustancial y carente de aplicación, deberá siempre prestigiarse la ejercitación abundante y constante, programada siempre en función del uso cotidiano de la lengua en la praxis de la escritura. Como bien lo afirma el afamado investigador, maestro y lingüista puertorriqueño, doctor Humberto López Morales:
«Al enseñar ortografía se corre el riesgo de quedarse en formulaciones teóricas. Siempre es una tentación para todo autor el ofrecer un elaborado corpus de doctrina, olvidando o relegando la praxis a una mínima expresión...» (Enseñanza de la lengua materna, 1986, p.11)
Entiende López Morales que en la enseñanza de la Ortografía, de ningún modo debe perseguirse «que el alumno aprenda cosas sobre Ortografía, sino que aprenda la Ortografía...», y que la incorporación del código ortográfico a la competencia comunicativa escrita del hablante solo se logra mediante la formación de hábitos y abundante ejercitación. En tal virtud, cuando de las reglas ortográficas se trata, más que repetirlas de manera mecánica, conviene que se infieran a partir de textos dados; pues solo así su enseñanza puede resultar más concreta, dinámica, interesante y productiva y, por ende, menos abstracta, monótona o carente por completo de sentido. ¿Por qué?
Porque en el proceso enseñanza – aprendizaje la práctica ha demostrado que regla ortográfica que se memoriza mecánicamente, es regla que nunca se aplica y pronto se olvida, por cuanto el estudiante no logra internalizarla; mientras que la regla que se infiere, es regla que se interioriza y transfiere en forma constructiva en el acto de la escritura.
Pedagógicamente está más que comprobado que el no hábito de lectura constituye una de las principales causas que originan las faltas ortográficas. Que a escribir correctamente aprendemos cuando internalizamos en nuestros cerebros la imagen gráfica de esos dibujitos llamados letras. Y ese proceso de familiarización o fijación de los rasgos físicos de las palabras sólo es posible lograrlo a través de la lectura constante. O, lo que es lo mismo, a mayor actividad lectora, mayor calidad de la escritura. Significa esto que, en la enseñanza de la Ortografía, la lectura debe ser pues utilizada como acertado recurso metodológico necesario para el logro de un aprendizaje efectivo.
Se trata de un enfoque integrador que genera apreciables resultados, pues aparte de fijar las normas que pautan el uso de los signos gráficos que conforman la escritura, la enseñanza de la ortografía basada en lectura de textos diversos, desarrolla hábitos positivos de lectura, contribuye al desarrollo del léxico, incrementa la competencia lingüística y comunicativa, propicia la comprensión del contenido contextual de las palabras y permite el uso de estas cada vez con mayor propiedad, precisión y claridad.