Falta de profesionales limita la atención a la discapacidad
La deuda pendiente con la discapacidad en República Dominicana

La condición de discapacidad en la población infantil y adulta dominicana ha ido adquiriendo cada vez mayor visibilidad y, por ende, ganado espacio en la conversación pública. Atrás van quedando los tiempos en que las familias asumían la discapacidad como un evento catastrófico al que debían resignarse. Ahora, la demanda de servicios crece y la atención integral es considerada un derecho social que el Estado está obligado a garantizar.
No obstante, esta visibilidad y demanda no corren parejas con la disponibilidad de profesionales especializados. En la actualidad, la oferta académica es limitada y privilegia la terapia física. A riesgo de omisiones, solo cuatro universidades –Autónoma de Santo Domingo, Nacional Pedro Henríquez Ureña, Católica de Santo Domingo y Madre y Maestra– incorporan en su oferta licenciaturas o menciones vinculadas a la discapacidad.
En un ensayo publicado en el 2022 en la revista Latin Journal, Yoselyn del Carmen Castillo Díaz y Maribel Paniagua Matos documentan el egreso de la Universidad Católica de Santo Domingo de solo 88 especialistas en terapia ocupacional en el período 2007-2021. En el 2024, la Asociación Dominicana de Fisioterapeutas reportó 102 miembros a la Confederación Mundial de Fisioterapia, pero estadísticas del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT) acreditan 460 egresados en el período 2013-2022. De su parte, la cantidad de fonoaudiólogos es indeterminada. Aunque existe la Asociación Dominicana de Audiofonía, esta no ofrece información sobre el número de afiliados.
Como contrapartida, y según la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (ENHOGAR-MICS 2019), realizada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), uno de cada diez niños, niñas y adolescentes de dos a diecisiete años presenta algún grado de dificultad motora, auditiva o visual; esta cifra equivale al 10 % de este segmento de población. La encuesta de 2021 arroja que el 4.9 % de la población mayor de cinco años tiene alguna discapacidad.
Estimar el déficit de profesionales especializados en alguno de los variados tipos de discapacidad es una tarea compleja y no se vislumbra una respuesta en el corto plazo. La divergencia entre la discapacidad estimada y el número conocido de profesionales expone esta dificultad.
Consciente de los obstáculos que esto representa, el Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID) desarrolla desde 2017 un programa de pasantía y rotación médica en el interés de formar el recurso humano del que se carece. El objetivo es «proporcionar un campo de acción real y tutores profesionales, que supervisan el trabajo del estudiante, apoyando y orientando su integración en el mundo laboral, y evaluando el comportamiento y el aprovechamiento de las experiencias prácticas, así como las competencias demostradas durante todo el proceso».
Acuerdos suscritos con varias universidades han permitido que, hasta hoy, noventa profesionales aprovecharan los recursos del CAID en sus cuatro sedes para la realización de prácticas en psicología, psicología clínica, patologías del habla y del lenguaje, terapia familiar y psicopedagogía. De estos profesionales, cuatro son estadounidenses que solicitaron cupo por considerar al CAID la institución idónea para sus propósitos formativos.
Superar el déficit de especialistas requiere, como cuestión nodal, que las universidades alienten a los estudiantes de nuevo ingreso a interesarse por carreras relacionadas con la discapacidad y, al mismo tiempo, fomentar alianzas entre el gobierno, las universidades y las organizaciones no gubernamentales para vigorizar la formación en estas áreas de la salud.