Después de la tragedia
Hoy, como ciudad y como país, enfrentamos una de las pruebas más difíciles de nuestra historia reciente
Hoy, como ciudad y como país, enfrentamos una de las pruebas más difíciles de nuestra historia reciente. La tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, que ha cobrado la vida de más de 200 personas y ha dejado cientos de heridos, ha sacudido nuestras fibras más profundas.
Lo sucedido no solo representa una pérdida humana incalculable, sino también un llamado urgente a la reflexión sobre la seguridad de los espacios que habitamos y compartimos.
En medio del dolor y la incertidumbre, emerge una verdad: Santo Domingo es una ciudad de gente fuerte, solidaria y resiliente.
Nuestra historia está llena de capítulos oscuros, pero también de ejemplos luminosos de cómo nos hemos levantado, una y otra vez, ante la adversidad. Este episodio no nos define, pero sí nos reta a mostrar lo mejor de nosotros mismos.
Hoy, más que nunca, necesitamos abrazar la solidaridad, la empatía y la esperanza. Cada uno de nosotros tiene un papel en este proceso de sanación colectiva.
Ya sea ofreciendo consuelo a los afectados, colaborando con iniciativas de ayuda o simplemente mostrando humanidad en nuestro día a día, cada gesto cuenta.
Pero junto al consuelo debe venir también la exigencia. Exigir responsabilidad. Exigir verdad. Exigir justicia. La investigación debe ser rigurosa y transparente. La Ley General de Autopsia Judicial, que rige el manejo de víctimas fallecidas en circunstancias como estas, debe cumplirse al pie de la letra.
No podemos permitir que la cultura del "todo se olvida" vuelva a imponerse. Esta vez, no.
El presidente Abinader dio muestras claras de sensibilidad al acudir a la zona cero y consolar personalmente a familiares de las víctimas.
Ese gesto, valioso, debe ir acompañado ahora de una firme determinación para que no se juegue con el dolor de los dominicanos.
No se trata solo de reparar, sino de evitar que se repita. De garantizar que la memoria de los que partieron nos sirva como punto de inflexión.
Mientras enfrentamos este doloroso capítulo, recordemos que no estamos solos. Santo Domingo es más que una ciudad herida: es una comunidad viva que se sostiene unas a otras.
En este camino de duelo, cada paso cuenta. Y cada paso, bien dado, nos acerca a la reconstrucción de lo que hemos perdido: no solo ladrillos y concreto, sino confianza, seguridad y paz.
Santo Domingo es fuerte. República Dominicana es fuerte. Juntos, saldremos adelante. Mantengamos la fe y la unidad en nuestros corazones.
En este camino de sanación, cada paso cuenta. Así que, mientras enfrentamos este doloroso capítulo, recordemos que no estamos solos.
Cada uno de nosotros es parte de una comunidad que se cuida y se apoya mutuamente. Abracemos la solidaridad, la empatía y la esperanza.