Respetemos a los héroes del 30 de mayo
A más de seis décadas del tiranicidio, el trujillismo persiste disfrazado
La noche del 30 de mayo de 1961 no fue solo el fin de una dictadura, sino el inicio de una deuda histórica que aún está pendiente con quienes sacrificaron su vida por la libertad del pueblo dominicano.
La noche del 30 de mayo de 1961 marcó el fin de una era oscura para nuestro país: el tiranicidio del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina. Este evento no solo significó el fin de un régimen brutal de más de 30 años, sino que también abrió un capítulo crucial en la historia dominicana, marcado por la lucha por la libertad, la justicia y la democracia.
Trujillo entró en la eternidad esa noche, mientras para el pueblo dominicano se abría, por fin, el camino hacia la libertad. Un camino difícil, lleno de obstáculos, persecuciones, muertes y exilios. Muchos murieron en la marcha. Otros muchos padecieron prisiones y destierros.
Quienes intentaron perpetuar el trujillismo —con Ramfis a la cabeza— buscaban asaltar el país, apropiarse de sus bienes y conservar el poder que por décadas detentó la familia Trujillo. Aunque lograron saquear gran parte de la riqueza nacional, no pudieron arrastrar al pueblo hacia la continuidad de un sistema criminal y dictatorial que un grupo de valientes detuvo con coraje, en la carretera que conduce al pueblo donde un día nació el monstruo de San Cristóbal.
A más de seis décadas de esa gesta gloriosa, consumada su misión patriótica al eliminar físicamente al tirano, aún pervive el trujillismo disfrazado. Se transmite entre generaciones que, sin haber ganado nada por mérito propio, administran bienes del Estado que les fueron entregados por gobiernos improvisados, que actuaron no en nombre del pueblo dominicano, sino movidos por intereses personales y coyunturales.
Hoy, algunos de esos herederos del privilegio intentan mancillar la memoria de quienes se jugaron la vida por nuestra libertad. Pretenden reducir su valentía a causas personales o ambiciones frustradas. Alegan que conspiraron contra Trujillo por venganza o despecho. Pero la historia está escrita, y las verdades, documentadas.
En el grupo que participó en la eliminación del tirano había quienes trabajaron con él, sí. Algunos fueron sus allegados. Otros, en cambio, jamás tuvieron vínculo con el régimen, ni recibieron un centavo del erario. Pero todos, sin excepción, arriesgaron su vida, como lo hicieron, por la libertad del pueblo dominicano. Cada uno tenía razones individuales, pero lo verdaderamente trascendente fue su unidad de propósito y su entrega a una causa mayor.
Uno de los intentos más infames de tergiversar esta historia ha sido el de empañar la figura de Antonio de la Maza, adjudicándole una supuesta conducta deshonrosa hacia sus protectores, el doctor Robert Reid Cabral y su esposa, doña Ligia Fernández de Reid. Esa mentira fue sembrada por Clodoveo Ortiz, uno de los criminales del Servicio Secreto de Trujillo, y transmitida a un agente del FBI. La falsedad fue desmentida categóricamente por el doctor Marcelino Vélez en una carta donde esclarece los hechos.
Muchos fueron los que conspiraron contra Trujillo sin éxito. Solo la conspiración del 30 de mayo logró su objetivo. Fue encabezada por Antonio de la Maza y Juan Tomás Díaz Quezada, y a ella se sumaron otros patriotas decididos a poner fin a la oprobiosa tiranía. Cosas del destino: los más recordados son los que "acudieron al malecón a casarse con la historia". Con el tiempo, se supo que otros tantos hombres también formaron parte de aquella gesta, desde distintos frentes, con valor y determinación.
Aquí la lista oficial de los héroes y mártires del 30 de mayo:
- Antonio de la Maza Vásquez
Juan Tomás Díaz Quezada
Antonio García Vásquez
Modesto Díaz Quezada
Miguel Ángel Báez Díaz
Pedro Livio Cedeño
Roberto Pastoriza Neret
Huáscar Tejeda Pimentel
Ernesto de la Maza Vásquez
Mario de la Maza Vásquez
Pablo de la Maza Vásquez
Bolívar de la Maza Soto
Bienvenido García Vásquez
Luis Manuel Cáceres Michel
Ángel Severo Cabral
Luis Amiama Tió
Salvador Estrella Sadhalá
Antonio Imbert Barrera
Amado García Guerrero
Miguel Ángel Bissière Romero
- Manuel de Ovín Filpo
Estos hombres merecen honra y respeto. Pero la deuda con ellos aún no se ha saldado.
Por eso propongo, con humildad y firmeza, dos acciones que deben emprenderse sin más demora:
Primero, que el presidente de la República disponga la creación de una Comisión de la Verdad, cuya misión sea sistematizar la información disponible —fragmentada y dispersa— sobre las violaciones a los derechos humanos y los crímenes cometidos durante la tiranía trujillista.
Esta comisión debe, además, elaborar un censo oficial de víctimas, con nombres, fechas y detalles de su martirio.
Segundo, que el presidente Luis Abinader, mediante decreto, ordene que los veintiún héroes y mártires del 30 de mayo sean trasladados al Panteón Nacional, donde deben reposar sus restos y sus nombres permanecer para siempre grabados en piedra, como testimonio de su grandeza y del valor imperecedero de su sacrificio.
Los pueblos que no honran a sus héroes están condenados a repetir su pasado. Respetemos, con justicia y gratitud, a los héroes del 30 de mayo.