Una campaña de ideas sin promover

Los periódicos han hecho más por dar a conocer las propuestas de gobierno de los candidatos que estos mismos.

Dicen que la campaña es huérfana de ideas, y las ideas sobran, solo que en cientos de páginas y tomos difíciles de digerir.

El debate pudo haber sido una oportunidad para cada cual mostrar sus propósitos, pero si una vez se dijo que los políticos no sabían conceptualizar, hay que convenir ahora que tampoco sintetizar.

Los foros debieran ser apropiados a dichos fines, pero la experiencia reciente no fue la mejor. Uno hizo de toro enamorado de la luna, otro creyó que era examen de tesis y el tercero fue -como se esperaba– pedestre. Hicieron encuestas oficiosas sobre los desempeños, pero más centradas en la forma que en el contenido. La actuación, no el parlamento.

Lo apropiado sería que el programa se abreviara en consignas, fuera convertido en eslóganes, pero basta ver cómo se promueven para entender la superficialidad.

Bosch, a juicio de Balaguer, revolucionó la oratoria política en el país, y el genio y la efectividad estuvieron en la sencillez de imágenes que convencían por sí solas, sin que fuera dar perlas a los cerdos.

Diario Libre

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