El desamparo en la marginalidad
Juleidis Serrano, la infancia que el agua y la negligencia se llevaron
La muerte de la niña Juleidis Serrano Santana, arrastrada por una cañada en Villa Mella durante las lluvias del jueves, es una tragedia que duele más allá del hecho puntual. Es la expresión desgarradora de lo que significa crecer en los márgenes, donde una simple lluvia se convierte en amenaza mortal y donde la infancia se vive sin las mínimas garantías de seguridad.
Juleidis tenía cinco años. Su cuerpo fue hallado sin vida tras más de dos días de búsqueda, a varios metros del lugar donde desapareció. La Defensa Civil, con sus drones y unidades caninas, hizo su parte con diligencia. También se sumaron los bomberos, la Alcaldía, los vecinos. Pero nada de eso fue suficiente para cambiar un destino que parecía escrito desde mucho antes: el de quienes viven rodeados de vulnerabilidad estructural, sin drenaje pluvial, sin infraestructura segura, sin Estado presente.
En los barrios marginados de la República Dominicana, las lluvias no solo mojan; arrastran, inundan, sepultan. Cada tormenta revela la cruda desigualdad y deja expuesta la fragilidad de miles de familias que habitan a la intemperie, incluso bajo techo.
El caso de Juleidis no debería ser una estadística más ni un suceso que se olvide con el próximo sol. Su muerte interpela: ¿cuántos niños más deben caer en las cañadas para que se entienda que la pobreza mata?