El 30 de mayo y la verdad de los hechos
La historia no se escribe sólo con caliés
La desclasificación de documentos de agencias como la CIA ha sido aprovechada cual santo grial por algunos nostálgicos del trujillismo para sembrar dudas sobre los héroes del 30 de mayo y echar lodo sobre los nombres que pagaron con su vida la libertad que hoy nos permite incluso revisar el pasado.
Pero, como bien dice el Museo Memorial de la Resistencia, los hechos no se anulan con especulaciones ni con informes que recogen chismes de caliés.
Mucho menos si esos informes contradicen juicios públicos, testimonios irrefutables y condenas penales. Hay una verdad histórica que no necesita maquillaje ni documentos reciclados: el 30 de mayo de 1961 no se trató de un acto perfecto, pero fue un acto heroico.
Y quienes buscan desfigurar esa gesta con narrativas recicladas deberían recordar que ni la CIA ni el FBI redactan los capítulos finales de nuestra historia.
No hay que reescribir nada. A lo sumo, se pueden analizar detalles. Pero hay que hacerlo con rigor. Lo que no puede pasar es que aparezca un informe desclasificado (leído a medias) y se pretenda desde ahí desmontar lo que la evidencia histórica ha confirmado.