Catcher en el field
La nueva incertidumbre ofrece posibilidades de mejoramiento empresarial y laboral
Incertidumbre siempre ha habido y siempre habrá. Lo que tenemos ahora son nuevas, y cambiantes, incertidumbres. En esta guerra comercial las grandes potencias económicas son pitcher y bateadores, República Dominicana es un cátcher en el field. Esta posición requiere agilidad y pensamiento estratégico defensivo y otorga ciertas ventajas.
A nivel doméstico, la reforma fiscal esperada apunta en igual dirección: aumento de costes y precios o disminución de márgenes.
¿Cuáles medidas pudiera tomar el sector empresarial ante estos retos?
Se ha conjeturado bastante sobre el impacto en la inflación de EE. UU. de los nuevos aranceles, pero muy poco de cómo estos pudieran alterar la oferta y demanda mundial de productos. Un análisis más dinámico rinde que la presumida reducción en la demanda de EE. UU. debiera generar excedentes de oferta de parte de grandes suplidores que R.D. pudiera absorber, presumiblemente a menores precios.
Por otro lado, tomando en cuenta que el objetivo de los aranceles es renovar la producción estadounidense, también pudieran generarse nuevas ofertas made in USA: ¿de mejor calidad, con menor costo de transporte? Esto presenta oportunidades para abaratar la producción local dominicana.
A contemplar que los aranceles solo aplican al componente de valor añadido aquí, es decir, que excluyen el componente importado desde EE. UU. Este factor favorece a las zonas francas donde se estima que el componente importado promedio ronda el 50 %. De ser así, se reduciría el arancel efectivo promedio a la mitad, o 5.0 %.
Por otro lado, la reorganización comercial y económica de EE. UU. busca aumentar el poder adquisitivo de los consumidores en nuestro mayor mercado. A mediano plazo algo de esto debería traspasarse favorablemente hacia el turismo, las remesas y las exportaciones dominicanas. Convendría aquí identificar los mercados pasibles de cambios y prepararse para recibir ese incremento de demanda o por productos de mayor calidad y mejor presentación.
Como exportadores y productores nos veremos forzados también a evaluar nuestra estructura de precios y márgenes. Habrá que estimar hasta donde se pueden asimilar aranceles nuevos, cualesquiera nuevos impuestos, o reducción de exenciones en R.D., y aún así mantener nuestra participación de mercado.
En ese sentido, las empresas tendrían a bien reevaluar sus tecnologías de producción, almacenamiento y transporte para mejorar costos y calidad. Pero más que nada, enfocarse en agilizar y potenciar su mano de obra para ser más eficientes y de mejor calidad. Esto involucraría un proceso educativo general y gerencial.
Al igual que en el sector público, aquí luce que hay mucho por hacer, pero más que simplemente reducir la cantidad de personal se trata de aumentar sus capacidades, entrenamiento y disposición para perfeccionar servicios o complementar la actividad de ventas con mayor eficiencia.
Esto lo agradecerían hasta los empleados, muchos atrapados en sistemas mediocres con rutinas duplicadas y poca supervisión que genera un ambiente de indolencia. Ellos pueden y quieren dar más y de mejor manera. Entrenar a nuestros empleados en cortesía, seguimiento, pensamiento crítico y eficiencia generaría círculos virtuosos y potenciaría nuevas oportunidades.
A tener en cuenta que el método just-in-time lo desarrolló la Toyota en Japón en el contexto de la escasez de la posguerra con el objetivo de no generar ni excesos ni faltas que demoraran los procesos para lo cual miraron a los supermercados estadounidenses y sus retos con bienes perecederos. ¿Podría R.D. hacer algo similar ahora con sus servicios? Mejores servicios también mejoran la percepción de los productos. A veces, el field catcher puede determinar el inning. b