Marx, Santayana y la repetición de la historia
¿Se repite la historia? Por qué esta idea es un mito peligroso
Hacia 1961, Edward H. Carr observó que la historia, en su desarrollo lineal, no sigue pautas ni está sujeta a patrones teleológicos o deterministas. Los hechos históricos ocurren de una sola manera, por lo que son irrepetibles y susceptibles, a la vez, de experimentar constantes mutaciones, regresiones temporales, redirecciones fruto del azar y ocasionales saltos en su devenir dialéctico hacia estadios superiores del desarrollo social. (¿Qué es la historia?, 1961).
Quienes sustentan la tesis de que la historia se repite, por lo general incurren en una errada interpretación del dictum de George Santayana según el cual "los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla". Semejante enunciado suele citarse descontextualizado y nos fuerza a formular el siguiente interrogante: ¿en el supuesto de no recordar su historia, cuál parte de ella determinado colectivo estaría "condenado" a repetir?
Esa frase de Santayana, que ha devenido un topoi común entre diletantes de temas históricos, invita a una serena reflexión, toda vez que no es posible el que dos hechos -en tiempo y espacio diferentes- ocurran de manera similar ni mucho menos que haya agentes o protagonistas exactamente iguales.
Sobre este particular, recuerdo a un profesor de historia estadounidense quien a menudo aconsejaba a sus alumnos a reformular y matizar la expresión de Santayana con el fin de aprehender su verdadero alcance y significado: "quien no recuerde los errores del pasado -decía-, está condenado a repetirlos". Pero hay que tener presente, advertía, que repetir errores pretéritos en modo alguno significa que los hechos se producirán de la misma manera como acaecieron.
A propósito de la repetición o no de la historia, quiero adentrarme someramente en el análisis de otra célebre frase, esta vez de Carlos Marx y cuyas frecuentes citas fuera de contexto han ocasionado malentendidos respecto del reparo crítico que este le hizo a Federico Hegel en relación con los grandes acontecimientos y personalidades extraordinarias de la historia universal. Según la apreciación de Hegel determinados hechos y personajes de la historia podían ocurrir dos veces. Marx, en cambio, al examinar el dictamen hegeliano esbozó a manera de complemento lo siguiente: "Pero [Hegel] se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa".
Como puede apreciarse, Marx supeditó su aserto al hecho de que, de producirse una repetición de acontecimientos tal posibilidad tendría lugar como tragedia y como farsa (esta última entendida también como comedia o caricatura del hecho original). Se trató de espléndidas metáforas marxianas o de lo que el filósofo esloveno Slavoj Zizek llamó figuras retóricas y nada más. Pues el padre del materialismo histórico fue especialmente cuidadoso en torno a la ocurrencia de hechos históricos parecidos, aunque nunca exactamente iguales. Por eso, en su crítica a Hegel empleó la expresión coloquial "como si dijéramos dos veces", cuidándose, pues, de ser taxativo en ese sentido.
Porque si en la segunda mitad del siglo XIX hubo un filósofo e historiador consciente de que los acontecimientos, al igual que los personajes más prominentes no se producen exactamente igual en diferentes contextos, ese fue precisamente Carlos Marx, quien, en el Dieciocho brumario de Luis Bonaparte también consignó esta juicio lapidario: "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancia con que se encuentran directamente, que existen y transmite el pasado".