Las crisis amorosas que empujan al “¿te quieres casar conmigo?”
Cuando el anillo no simboliza amor, sino urgencia

La relación de dos veinteañeros entraba en madurez, ambos dominicanos, pero ella residente estadounidense. Aunque tanto vaivén más la incompatibilidad de caracteres les aburría, ella no era mala muchacha ni él tampoco. La propuesta de matrimonio llegó porque “tocaba”, y ella dijo que sí a más capítulos de una serie monótona que flotaría en la bahía solo por el compromiso de “sacarle los papeles” a él.
En su grupo de amigas, ella era la única restante con una relación estable, mas no comprometida ni casada. Aunque la pareja quería mudarse junta antes de casarse, el novio tuvo que adelantar la fecha de la gran pregunta para no dejar a su novia en vergüenza ante las demás. Llevan tres años comprometidos y contando.
Él conversaba con sus amigos luego de comprometerse con su novia, una joven meritoria de familia tan religiosa como la suya. “Tú sabes, eso fue para ir espantando los tígueres”, decía. Para él, su compromiso no solo significaba asumir un nuevo comienzo, sino también irrumpir con “el ganado” de ella. Porque, para ellos, ellas siempre tienen uno en el círculo de espera.
Ella en la flor de su juventud, él dando pasos firmes hacia los 50, criando a sus hijos de relaciones pasadas. Luego de un noviazgo protagonizado por trabajos de oficina y unas cuantas cenas, ella decide terminar la relación. Tres meses después de la ruptura, fotos de los dos en el altar anuncian su promesa de amarse hasta que la muerte los separe. ¿Qué cambió en esos días? “Él se puso las pilas”, dirán algunos.
Él estaba cómodo en una relación donde, sin compromiso alguno, su novia jugaba el rol de esposa. La de treinta, con anhelos de matrimonio e hijos, rompe la relación con el nini. Al cabo del tiempo, él acude a casa de ella junto a su mejor amigo para “empantalonarse” y poner el anillo.
Ellos tenían una relación estable, ella no quería hijos y él se dedicaba a sus estudios y trabajo. Llega el hijo no esperado y, con él, la pregunta inesperada también: hora de ponerle anillo a la mujer que ya vivía con él y ahora sería madre de su primer hijo.
El anillo de compromiso sirve a veces de salvavidas para los que sufren de ahogamiento en el mar del amor y los proyectos de vida. En esa ecuación podríamos incluir también “el qué dirán”.
Casos reales para ejemplificar la circunstancia en cuestión hay de más. Me gusta leer estudios acabados sobre fenómenos sociales como este, mas, para mi no tan buena suerte, solo he encontrado una que otra pregunta de Reddit y contados estudios sobre propuestas de matrimonio rechazadas y artículos de opinión.
Ojalá toparme con alguno en un futuro no muy lejano que documente cómo muchas historias de amor comienzan, o se salvan, justo cuando parecen estar a punto de terminar. Porque a veces, el anillo no es un símbolo de certeza, sino de urgencia.