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Santana no se suicidó

La polémica teoría del suicidio del general Pedro Santana

El pasado 16 de junio el apreciado amigo, periodista e historiador José Báez Guerrero, en su columna Día por Día, se escribió sobre el supuesto suicidio del general Pedro Santana, quien falleció el 14 de junio de 1864, en esta ciudad, a causa de no pocos quebrantos de salud.

Báez Guerrero acepta como verdad lo que reconoce como "un chisme muy comentado en la capital cuando ocurrió". Aun cuando en materia historiográfica no se considera el cotilleo o el chisme como fiable fuente indiciaria de un hecho determinado, quienes se inclinan por la tesis del supuesto suicidio de Santana no aportan datos empíricos concretos con fuerza probatoria, salvo un testimonio según el cual un edecán del Marqués, el mismo día de su deceso, pudo observar en su habitación "un frasco que contenía un líquido negruzco".

Abad Henríquez, uno de los pocos escritores que suscribieron la tesis del suicidio, revela que el edecán de Santana, cuyo nombre era Pedro Gautreau, tomó el supuesto "frasco del líquido negruzco" y lo tiró en la letrina de la casa porque supuso que se trataba de un veneno. Abad agrega que, tras notar la ausencia del frasco, Santana llamó al Oficial de Guardia y le preguntó por el envase, a lo que este respondió que no sabía, retirándose de la casa de inmediato a cumplir un encargo de su superior.

Al cabo, cuando regresó a la casa, el oficial Gautreau "encontró al General Santana padeciendo fuertes dolores en el vientre, vomitando, y con el cuerpo casi yerto. La muerte no tardó en sobrevenirle..." (Ver, Abad Henríquez, El suicidio de Santana, 1970). 

El testimonio que antecede, sustentado sobre una tradición oral que nunca ha sido probada documentalmente, nos permite colegir que, primero, el referido "líquido negruzco" no debía ser otra cosa que uno de los varios medicamentos indicados al enfermo por sus médicos; y, segundo, que el deceso de Santana obedeció a las dolencias crónicas que padecía desde hacía mucho tiempo.

Sostiene Báez Guerrero que José Gabriel García, cuya condición de Padre de la Historiografía Nacional pone en tela de juicio, quiso ocultar la presunta muerte auto inducida de Santana. Pero sucede que, al referirse a la muerte del héroe de Las Carreras, que calificó de "casi repentina", el historiador García no pudo afirmar otra cosa diferente de cuanto habían certificado los facultativos que lo atendían.

En enero de 1864 el general Santana tuvo que abandonar el campamento de Guanuma porque el desenlace final se veía venir y, en opinión de algunos, ya parecía "un muerto en vida".

Es más: el general Juan José del Villar, segundo jefe de operaciones del ejército español, y quien tenía instrucciones para detener a Santana y remitirlo a La Habana, cuando lo vio el 8 de junio quedó "muy mal impresionado y muy preocupado con el estado de su salud".

En consecuencia, el historiador García no podía, ni pudo, ocultar nada, pues simplemente recogió lo consignado en la partida de defunción, del 15 de junio, así como el testimonio que el general Villar ofreció al Capitán General, José de La Gándara, en el sentido de que, el 14 de junio de 1864, Santana fue "acometido... de un fuerte ataque de calentura que le arrebató la vida a las cuatro de la tarde del mismo día" (Cf. Compendio de la historia de Santo Domingo, tomo II, 2016). Continuaré con el tema...

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Historiador y ensayista. Especialista en historia dominicana.