Haití en el abandono
Inacción global y cinismo estadounidense agravan la crisis haitiana

Hoy se cumplen cuatro años del asesinato del presidente Jovenel Moises, y desde entonces la crisis social, política y económica que padece Haití se agrava con los días. En ese tiempo República Dominicana ha compadecido dieciséis veces ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para solicitar la intervención de la Comunidad Internacional, la más reciente el pasado miércoles. Y como respuesta siempre la misma irresolución, vacilación, desidia e indiferencia.
En octubre del veintitrés ese Consejo autorizó crear la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití, liderada por Kenia y compuesta por unos dos mil quinientos efectivos aportados de una docena de naciones. Un despliegue de limitada presencia territorial y escasas posibilidades de éxito, que ni siquiera se materializó.
Lo evidenció el presidente keniano la pasada semana cuando advirtió que su país podría retirarse de Haití ante el incumplimiento de los compromisos asumidos, ya que a la fecha se cuenta con menos del cuarenta por ciento del personal prometido y sólo han recibido un once por ciento de los seiscientos millones de dólares estimados.
Una misión fallida con un mandato a punto de vencerse, pues el próximo siete de febrero el Consejo Presidencial de Transición debe entregar el poder a unas autoridades surgidas de unas "elecciones democráticas". Ya que irresponsablemente continúan colocando un proceso electoral en la ruta de solución del problema político haitiano, cuando en ese país no hay condiciones para elegir una junta de vecinos, mucho menos autoridades nacionales.
Como éramos poco parió la abuela, y Estados Unidos se apresta a revocar el Estatus de Protección Temporal a más de medio millón de haitianos, quienes dentro de unos meses comenzarán a ser deportados. La administración Trump entiende que la situación "en Haití ha mejorado lo suficiente para que sea seguro para los ciudadanos haitianos regresar a país".
Un acto de inmenso cinismo, pues esto se produce mientras Naciones Unidas presenta un informe donde revela que las bandas armadas haitianas ---designadas como organizaciones terroristas por el Departamento de Estado--- controlan el noventa por ciento del territorio de Puerto Príncipe, y en lo que va de año han producido sobre las cuatro mil muertes violetas.
Es cierto que los dominicanos no podemos cansarnos de un problema que tenemos pegado a lo largo de trecientos setenta y seis kilómetros de frontera. Pero ante la evidente imposibilidad de los haitianos para encontrar soluciones a sus ancestrales problemas y la irresponsabilidad de la Comunidad Internacional, debemos asumir que Haití fue dejado al abandono y estamos sólo frente a esa calamidad.
En consecuencia, y desde la más absoluta unidad nacional, debemos reiterar alto y claro que aplicaremos sin miramientos nuestras leyes migratorias y protegeremos de forma irrestricta la integridad territorial. Y advertir con igual contundencia que rechazaremos cualquier pretensión de aleccionarnos en materia de derechos humanos o intento de imponernos criterios sobre políticas migratorias.
Basta ya de aguantar necedades a ciertos países y organismo multilaterales y de cooperación, a quienes sólo importan los haitianos que viven de este lado de la frontera.