Historias playeras que merecen ser contadas
La playa como escenario, entre literatura, cine y realidad

Hay algunas historias playeras que merecen ser contadas. Sobre todo porque habitamos en un país de turismo, una de nuestras maquinarias esenciales.
La muchacha del hotel no me explicaba lo que había hecho con su vida. En cambio, los dos sanky pankys sí tenían la historia lista para ser contada. Me correspondía a mí darle sustancia, elaborar algunos silogismos y reinterpretar los asuntos. ¿Cómo deletrear la historia completa de estas personas que vienen y se quieren quedar más tiempo?
Tengo varias historias que quiero contar aquí: número uno, la del pescador de Samaná que me explicó que una política los tenía en zozobra, independientemente de que ellos respetan las vedas. Se meten en el mar bien temprano en la mañana. Me recordó mi época de joven, cuando surfeábamos las olas de Encuentro en Puerto Plata, pero bien temprano: es un truco de los surfistas que toman las olas en una hora propicia. Recomiendo los videos de Patty Ornelas, surfista de buen calado que se ha vuelto viral, pues surfea con ciertas ropas.
Otras historias debo registrar ahora: la primera, de la autoría del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, alias Caín en sus crónicas cinéfilas. Publicada en la revista Letras Libres como La voz de la Tortuga, una historia que mi suegra me contó en julio de 1999, pero que también está en el volumen Todo está hecho con espejos (Alfaguara). La Caguama, una especie de tortuga de carne no muy deseada pero que es bastante grande, narra la historia de dos muchachas que se encuentran con una caguama en la orilla de la playa. Se desatan las aventuras. Otro cuento memorable es el de García Márquez, El ahogado más hermoso del mundo, que, desde la magia del Nobel, narra la historia de un náufrago y la población de la orilla. Otras narraciones sobre la playa deben existir en volúmenes que son dignos de la lectura de los internautas de esta época. El clásico de Herman Melville, del cachalote blanco, Moby Dick, llevada al cine en 2010 con la actuación de Barry Bostwick en el papel del capitán Ahab, permite una lectura que sería bueno encontrar en otras filmografías hollywoodenses. En este sentido, podemos considerar que la película en la que actúan George Clooney, Amara Miller y Shailene Woodley, con la dirección de Alexander Payne, The Descendants, tiene motivos playeros. Y si de playas hablamos, recomendamos la serie Baywatch (Guardianes de la bahía), donde Pamela Anderson hace enorme acopio de su belleza.
Las historias se han acumulado y uno las tiene para ponerlas en algún libro, como me pasó el año pasado. Cuando fuimos a Juan Dolio, no sabíamos que la pasaríamos tan bien en una costa que narra un pasado compartido por los lugareños.
La extranjera que vimos en un supermercado de Puerto Plata me dejó pensando: ¿se habrá quedado en el país? ¿A dónde llegará con estos comestibles si el hotel lo tiene todo, como el slogan dominicano?
Ya dije en otro artículo que el gran escritor y cinéfilo dominicano Arturo Rodríguez Fernández narró la historia de Papadakis, un turista griego que viene al país y que se enamora de dos hermanas de la zona de Boca Chica. Hay que recalcar que Arturo no solo fue cinéfilo, sino uno de nuestros más grandes autores. En un concurso de cuentos Hispanoamérica, Arturo fue premiado con un jurado compuesto por Roa Bastos, Cortázar y Vargas Llosa. Me queda claro que algunas personas han querido decir que Arturo fue un buen cinéfilo, pero se olvidan de su grandeza como escritor (en ese país vivimos).
Me ocurrió algo en la playa: un señor se quedó mirando cómo desempacábamos con ayuda de un motorista en la Samaná arcaica. La pregunta cae de buenas a primeras: ¿dónde está el Montecarlo que dijo Leonel que se fabricaría allí? Fue una promesa de campaña que se quedó en el aire.
Ya narré en otra ocasión que en esa misma Boca Chica, que recibió algunas estrellas en la Era de Trujillo (el Hotel Hamaca es de 1949), hay una biblioteca a la orilla de la playa. Tuve ocasión de inspeccionarla y me quedó claro: los lectores de la playa, esa muchacha parecida a Sharon Stone en Puerto Plata, tienen la afición de leer novelas policíacas. Podemos destacar que los presidentes Juan Domingo Perón, de Argentina; José Figueres, de Costa Rica; Juscelino Kubitschek, de Brasil; y la actriz estadounidense Kim Novak vinieron al Hotel Hamaca, que entonces era muy apreciado por su particular belleza.
El muchacho que nos robó el dinero guardado en la costa dentro de unos zapatos quizá no volvió por allí. Lo tipificaríamos como un vulgar ladrón que nos llevó esos doscientos pesos cuando los pesos valían.
Otras historias playeras pueden ser leídas en algunos libros criollos, aparte de que cada quien tendrá las suyas. Esto es un ejercicio de la memoria. Tenga usted un buen fin de semana, querido lector y lectora.