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Orden o caos, he ahí el dilema

Del discurso al consenso: el reto del Consejo Económico y Social

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Orden o caos, he ahí el dilema
Mano de obra haitiana entre la necesidad económica y la urgencia migratoria. (FUENTE EXTERNA)

El Consejo Económico y Social inició el pasado jueves el proceso de discusión en busca de consensos para abordar la crisis haitiana y su impacto en el país. Son seis los ejes temáticos predeterminados: Migración, Comercio Bilateral, Desarrollo de Comunidades Fronterizas, Seguridad Nacional, Relaciones Internacionales y Asuntos Laborales.

Sobre los primeros cinco no deben existir dificultades mayores para alcanzar acuerdos. Es en el último donde surgirán diferencias y donde el gobierno tendrá que asumir su responsabilidad, a sabiendas que en lo impopular la oposición política no tiene por qué colaborarle. 

Hablar de regularizar parte de la masa migrante que requieren algunos sectores productivos no es popular. Lo fácil es proclamar que saquen del país a todos los haitianos y descalificar a quienes con responsabilidad señalan la necesidad de establecer mecanismo para identificar y documentar a los trabajadores haitianos que requieren la agropecuaria y la construcción. 

Porque si bien es cierto que los dominicanos tenemos la necesidad prácticamente existencial de detener el flujo migratorio que provoca una enorme carga sobre los sistemas públicos de salud y educación y deprime la calidad del empleo. Y que como consecuencia de su crecimiento desproporcionado ya amenaza con provocar conflictos culturales y sociales, lo que puede agravarse ante el deterioro de la crisis política, social y económica que padece el vecino. 

También lo es que la fuerza laboral que representan los trabajadores haitianos hoy día resulta imprescindible para algunos sectores. Y que en la actualidad el suministro de esa mano de obra se sustenta en la ilegalidad y en el desorden, espacios donde se cobijan las redes de tráfico de personas, la corrupción de agentes del estado y empleadores inescrupulosos y explotadores.

Una situación compleja que debe abordarse colocando sobre todas las cosas el interés nacional, pero con sensatez y alejados de la pasión desbordada.

No deben ni pueden detenerse los operativos de interdicción y deportación, y menos suavizar las políticas migratorias restrictivas que constituyen un claro mensaje hacia el exterior de que no hay solución dominicana al problema haitiano.  

Pero para que esas políticas resulten sostenibles también es necesario que se establezcan mecanismos para censar los trabajadores haitianos que requieren la agropecuaria y la construcción, y otorgarles permisos temporales de trabajo en coordinación y a cuenta y costos de sus empleadores y las organizaciones empresariales que les aglutinan.

La autosuficiencia alimentaria, buena parte de las exportaciones, el desarrollo inmobiliario y el levantamiento de nuevos proyectos turísticos, quiérase o no, en este momento requieren mano de obra haitiana. Una dependencia que debemos reducir, para lo cual se pueden establecer mecanismos para incentivar la integración de la mano de obra nacional y fomentar el uso intensivo de la tecnología. 

Pero eso no se consigue de la noche a la mañana. Esos procesos requieren tiempo y dinero. En tanto el dilema es simple, tenemos dos opciones, ponemos orden en la casa o continuamos con el caos y la ilegalidad. Con lo último sabemos cómo nos va. 

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