Saint Domingue, Santo Domingo
Dictaduras con resultados distintos, el legado de Trujillo vs. Duvalier
Según Adam Smith, la colonia de Saint Domingue era la colonia azucarera más productiva de todas las Indias Occidentales. Lideraba la producción mundial de azúcar generando más ingresos a Francia que las 13 colonias al Reino Unido en el siglo XVIII. En contraste, el Santo Domingo español presentaba una productividad mediocre.
Consabidas son las diferencias lingüísticas, religiosas, raciales e históricas entre ambos lados de la isla Hispaniola. Pero estas no bastan para explicar los desenlaces completamente divergentes de R.D. y Haití. Esto más bien podría explicarse por las diferencias institucionales.
La primera diferencia entre nuestras independencias fue la distribución de la tierra. Mientras en República Dominicana los latifundios y hateros conservaron sus modelos de producción, en la nueva Haití los esclavos liberados buscaron apropiarse de la tierra, el recurso que antes había determinado su inhumana condición.
La repartición de tierras en el sur resultó en minifundios familiares que necesariamente derivaron en una agricultura de subsistencia cada vez más precaria ante el aumento poblacional. Todos eran amos y nunca se generaron excedentes para comercializar, limitando el desarrollo capitalista y el pago de impuestos.
Simultáneamente, autonombrados emperadores y reyes en el norte reprodujeron el modelo de ingenio generando protestas internas. A veinte años de la revolución haitiana sus exportaciones azucareras desaparecieron.
En ambos países la ausencia de medios de transporte modernos ni enemigos externos que unificaran una defensa general y las distancias geográficas facilitaron el surgimiento de feudos locales. Esto resultó en una multiplicidad de gobiernos cuyos conflictos generaron inestabilidades políticas constantes.
La necesidad de unificar el poder político en busca de un proyecto país conllevó a las dictaduras en R.D. y Haití. Y es aquí donde se forjan las bases para los caminos tan distintos recorridos durante el último siglo y medio. Hay dictaduras progresistas y dictaduras inútiles.
Las dictaduras de Ulises Heureaux y Trujillo, sanguinarias y excesivas como tristemente fueron, compartieron en lo económico una visión desarrollista y de fortalecimiento organizacional del Estado. Heureaux construyó ferrocarriles para facilitar el comercio local e internacional. Trujillo forjó una moneda nacional, el Banco Central, un banco estatal y varias otras instituciones para promover el desarrollo sectorial. Adoptó una visión industrialista de sustitución de importaciones estableciendo medio centenar de fábricas que tristemente sucumbieron ante las malas administraciones implementadas después de su muerte. Aun así, la experiencia y visión que sembraron a nivel gerencial y laboral forjó el camino para un sistema económico cada vez más sofisticado.
En cambio, la dictadura de la familia Duvalier se enfocó en la extracción de rentas. Considere que Haití fue el único país del mundo que no creció en las décadas del ´50-´60. Aun así, era más rico entonces que República Dominicana. En las décadas subsiguientes, el PIB per cápita dominicano se triplicó y el haitiano se redujo a la mitad estimándose en 1981 que la corrupción usurpaba el 36% de los ingresos fiscales. Hoy el PIB/cápita dominicano supera cinco veces al haitiano.
A futuro, Haití deberá enfocarse en un objetivo único, propiciar una buena gobernanza que permita florecer la economía doméstica. Esto es responsabilidad propia, presumiblemente de sus élites. Ninguna cantidad de ayuda internacional ni invasión de tierras vecinas podrá suplantar el establecimiento de las bases internas para el desarrollo económico, el cual fluirá una vez asegurada la legalidad. Dios ayuda al que madruga. La R.D. también.