Las narrativas del 30 de mayo (1 de 2)
El desafío de reconstruir la historia del complot contra Trujillo

Existen diferentes formas de aproximarse al conocimiento y comprensión de y un personaje o de acontecimiento histórico, con el fin de explicar su origen, evolución y consecuencias. Del enunciado precedente subrayo tres conceptos claves en el trabajo del historiador: conocer, comprender y explicar (nunca juzgar, toda vez que el historiador no es juez, ni la Historia, en tanto que ciencia social, es un tribunal).
Con frecuencia hay quienes inquieren el por qué, entre muchos dominicanos, prevalece un asombroso desconocimiento en torno al complot del 30 de mayo y sus prohombres. A mi modo de ver, tal circunstancia en parte responde al hecho de que en la conciencia colectiva aún quedan vestigios de la campaña de denuestos y de manipulación histórica que fabricó y difundió la maquinaria de propaganda del régimen trujillista. En otras palabras: en el imaginario popular todavía subsisten vestigios del discurso oficial trujillista que imperó en el país después del tiranicidio.
En el campo historiográfico, el discurso histórico es un proceso de comunicación mediante el lenguaje escrito y oral que se utiliza para lograr un acercamiento lo más objetivo posible al conocimiento de determinado acontecimiento histórico. Además, hoy debemos agregar, en adición al documento escrito, otras importantes herramientas cognitivas como los monumentos, el documental, el cine, la fotografía, el docudrama, internet y otros medios electrónicos).
Por tanto, el discurso histórico es una construcción sociocultural que permite articular una narrativa histórica para conocer interioridades, nexos y causas de un hecho específico: es decir, su dialéctica interna, manifestaciones y vinculaciones con sucesos subsiguientes. De igual modo, también permite adquirir conocimiento acerca del papel desempeñado por los agentes sociales actuantes, al tiempo identificar el impacto que ese acontecimiento tuvo o ha tenido sobre determinado conglomerado social, en un tiempo y espacio específicos. En síntesis, es la manera como, desde el presente -como decía Benedetto Croce-, miramos al pasado para aprehenderlo y explicarlo objetivamente.
Hay quienes también denominan a esta operación intelectual "narrativa histórica", pero esta modalidad tiene una ligera diferencia debido a que se manifiesta principalmente a través de diversas modalidades lingüísticas como la narrativa de ficción y sus géneros: a saber, el ensayo, la novela, el cuento, la poesía, la novela histórica y la historica novelada.
En el caso de la trama política del 30 de mayo contamos con diferentes formas o narrativas para conocer y comprender su dinámica interna y consecuencias. Las narrativas del 30 de mayo son las siguientes: 1) La narrativa trujillista; 2) La narrativa del imaginario popular o colectivo; 3) La narrativa escolar; 4) La narrativa académica; y, 5) La narrativa literaria.
La narrativa trujillista fue la versión oficial imperante durante el gobierno "seismesino" de Ramfis Trujillo y Joaquín Balaguer, junio-noviembre de 1961. A lo largo de ese ominoso interregno, el gobierno mantuvo, intacta y bajo su férreo control, la terrible maquinaria represiva de la dictadura. Y con ayuda de los limitados medios de comunicación de la época, fabricó una versión oficial de los hechos totalmente distorsionada, especialmente destinada a difamar a los integrantes de la conjura, a quienes, además, acusó de haber actuado inspirados por antiguas rencillas personales contra Trujillo y de ambicionar apropiarse de la riqueza del "mágnánimo estadista."
Todo esto sin soslayar el período de terror y la ola de sangre que anegó a la sociedad dominicana entre junio y noviembre de 1961.