Hijos de la Rerum Novarum
La visión de León XIII sobre la justicia social y Rerum Novarum
La encíclica Rerum Novarum ("De las cosas nuevas"), se publicó el 15 de mayo de 1891, hizo justo ayer 134 años. El papa León XIII, en plena revolución industrial, propugnaba en ella por el derecho de los trabajadores, la formación de sindicatos y la defensa de la dignidad humana. Corrían tiempos difíciles en la Iglesia, que tenía ante sí dos frentes: el avance del marxismo y del liberalismo político. Los obreros llegan a los núcleos industriales sin ninguna protección y a merced de contratos que no les aseguraban justos beneficios. Era un caldo de cultivo para las ideas materialistas y la desmesura del anarquismo. El problema social estaba en crecimiento.
El pastor diocesano dicta el primer gran documento en que los Papas afrontan el problema social. Con León XIII nacía lo que algunos llaman la Carta Magna de la sociología católica. Todas las preocupaciones sociales, y también las ideológicas, de la Iglesia católica, nacen con la Rerum Novarum. Había que poner remedio al problema social que crecía con las injusticias que se cometían con la clase obrera y que generaba la tensión obrero-patronal, pero también había que frenar el materialismo que se difundía por gran parte del globo. León XIII urgía para que concluyese la desgracia de los humildes, la indefensión de los obreros al destruirse los gremios, la codicia de los empresarios que abandonaban sus responsabilidades con los trabajadores, la esclavización mediante contratos injustos, los gigantescos monopolios que concentraban en manos de muy pocos el verdadero dominio del mundo. Es la primera vez que se habla de justicia distributiva, de la protección del trabajo, de las condiciones de trabajo, de las asociaciones de obreros y patronos, y de la distribución equitativa de derechos y deberes. "Es preciso dar pronto y oportuno auxilio a los hombres de la ínfima clase, ya que, sin merecerlo, se hallan la mayor parte de ellos en una condición desgraciada y de verdadera calamidad...urge acabar con la desgracia de las clases bajas", advertía León XIII. Era una denuncia inusual en la letra papal. Nacía pues, la doctrina social de la Iglesia.
El 15 de mayo de 1931 -se cumplieron ayer 94 años- el papa Pío XI, quien fuese el primer jefe de estado del Vaticano, al otorgársele soberanía estatal en 1929, celebró el 40.º aniversario de la Rerum Novarum, con la publicación de la encíclica Quadragesimo Anno, sobre la restauración del orden social. Se le consideró la encíclica de la justicia social, que ampliaba los conceptos de la emitida cuatro decenios antes por León XIII. La sociología cristiana se nutría para construir un gran documento doctrinal. Se escribió entonces que Pío XI necesitaba "clavar otra vez el arpón de fuego en las conciencias; cortar la costra endurecida sobre los oídos y las voluntades para meter en la carne viva, una vez más, el grito de que algo horrible está sucediendo en la sociedad, a la que nada importaba ya cometer los mayores delitos contra el prójimo". La encíclica fue necesaria porque el canal de las injusticias seguía abierto y algunos grupos católicos -siempre han existido las sectas dentro de la propia Iglesia- se habían escandalizado y se mostraban incrédulos ante la doctrina de justicia de la Rerum Novarum. "La Quadragresimo Anno fue el segundo aldabonazo a la conciencia católica y el segundo gran foro para católicos y no católicos en el complejísimo problema social", se dice en la introducción de una vieja edición de esta encíclica de Pío XI.
Esos aldabonazos continuarían con otros textos fundamentales, como las encíclicas "Mater et Magistra" y "Pacem in Terris", del papa Juan XXIII, que abogaban por la eliminación de la desigualdad social entre los países desarrollados y los subdesarrollados, y reclamaba la paz basada en la verdad y la justicia; la "Populorum Progressio" de Paulo VI, sobre el progreso de los pueblos; las "Redemptor Hominis" ("El Redentor del hombre"), y "Laborem Exercens" ("Sobre el trabajo humano"), de Juan Pablo II, maestro de doctrina social, que marca la clave de su pontificado sobre la redención humana bajo la fórmula cristocéntrica; la última conmemoraba el 90.º aniversario de la Rerum Novarum; y las "Laudato si´" y "Fratelli Tutti", del papa Francisco, la primera centrada en los problemas ecológicos y medioambientales y el compromiso con los pobres, y la segunda que reflexiona sobre la necesidad de crear una sociedad basada en el amor mutuo, el conflicto migratorio y la paz social. Todos estos pontífices y sus documentos pastorales son hijos de la Rerum Novarum.
Hacia la segunda mitad de los años sesenta, la Iglesia, con los jesuitas al frente, promovió el análisis y la actualización de la Rerum Novarum, como forma de insertarla en los años sangrantes de la guerra fría y la lucha, por partida doble, de la expansión capitalista y de las proclamas marxistas. Mi generación es hija de la Rerum Novarum, que setenta y cinco años después de su publicación continuaba siendo entonces una proclama puntual sobre la necesidad de promover la justicia social en el mundo. Los cursillos "Cara al viento" de los hermanos lasallistas, en Pinar Dorado, Jarabacoa, y los cursos de sociología de los jesuitas, primero en el Santo Cerro y luego en Villa González, Santiago, en los que participé, intentaban crear un ambiente espiritual acorde a los "signos de los tiempos", promoviendo una conciencia social que uniera el Evangelio con las reivindicaciones de los más necesitados. Para entonces, ya estaban circulando los documentos completos del concilio Vaticano II, que produjo una auténtica revolución en la "Jerusalén de arriba" y el Pueblo de Dios que necesitaba junto al alimento espiritual la solución a sus problemas terrenales. Nacía la constitución dogmática de la Iglesia ("Lumen Gentium"), la constitución pastoral que produjo el aggiornamento de la Iglesia ("Gaudium et Spes"), con sentido de alegría (música autóctona, danzas, palmadas, abrazos, costumbres propias de cada pueblo), el apostolado seglar, la reforma de la liturgia, la actividad misionera, el ecumenismo y la importancia de la comunicación social. La Iglesia se alejaba de una tradición superada, de tiempos oscuros, y se reformaba para empatar más y mejor con la gente, al ritmo mismo de la contemporaneidad ("Es necesario...conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, anhelos y su carácter, muchas veces dramático").
El papa Francisco fue también hijo de la Rerum Novarum, y como cada pontífice con sus aportes propios: en él, el respeto a los migrantes, la protección de la naturaleza, la interacción con otras religiones, incluso las no cristianas, la inclusión y la no discriminación, la paz contra la guerra y, en especial, la eliminación del clericalismo, dejando como legado el gran proyecto de la sinodalidad. "La Iglesia es de todos", tuvo que repetir muchas veces para que lo entendieran. El nuevo papa, León XIV, es una demostración en firme de la continuidad de la Iglesia del jesuita Francisco, desde la visión de un hijo de Agustín de Hipona. A pesar de temores y falsas profec?ías, pareció que el colegio cardenalicio tuvo bien claro que el nuevo papa debía dar continuidad a la obra anterior. La rápida elección de Robert Prevost Martínez, así lo demuestra. Nada se sabe de lo ocurrido dentro del cónclave, pero un cardenal que no supo callar declaró que desde temprano se fue viendo que la mayoría favorecía al ex prior agustino. De modo que ninguno de los "papables" salió electo. Ni el filipino Tagle, ni el ghanés Turkson, ni el guineano Sarah, ni los italianos Zuppi y Pizzaballa, ni el estadounidense Burke, ni el húngaro Erdo, ni el alemán Müller, ni el holandés Eijk. El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, tan cercano a Francisco, fue el que mayores votos sacó de los "papables", pero tuvo que ceder en la cuarta votación por Prevost, en vista de la tendencia ya muy mayoritaria a su favor. Aunque fue mencionado como uno de los "papables", Prevost nunca alcanzó en las conjeturas el nivel de los top 10. Se cumplía, de nuevo, el dicho -hasta los escritores vaticanistas fallaron- de que todo el que entra papa al cónclave sale cardenal. Cierto: el papa es estadounidense (se marchó de Estados Unidos hace muchos años), pero con raíces migratorias, con un servicio misionero en uno de los corazones de América Latina, Perú, y con la mirada puesta en todo este continente -y las islas caribeñas, como Cuba y República Dominicana- donde los agustinos realizan su misión. Léase en el lenguaje de Francisco: un pastor con olor a oveja. Al tomar el nombre de León XIV, Prevost, hombre global, recoge la doctrina social de la Iglesia y se hace hijo de la Rerum Novarum. Quien desee equivocarse es porque quiere o porque no sabe. El juego apenas empieza.
- COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Ediciones Paulinas, 2005, 520 págs. Resumido y relanzado por el Pontificio Consejo "Justicia y Paz", con el fin de mostrar que la Iglesia nunca ha renunciado a decir "la palabra que le corresponde".
- LA CIUDAD DE DIOS
San Agustín, Ediciones BAC, 2009, 1,108 págs. Considerada la obra de más aliento, más orgánica y trascendental de Agustín de Hipona. Incluye la "Vida de san Agustín" de Posidio, su mayor discípulo.
- LAS PALABRAS DE LOS PAPAS
Alessandro Barbero, Pasado & Presente, 2018, 140 págs. De Gregorio VII a Francisco. Una magnífica pauta para entender las profundas mutaciones de la Iglesia en el transcurso de los siglos.
- DICCIONARIO BREVE DE LOS PAPAS
Selección: Tomás Álvarez, Editorial Monte Carmelo, 2007, 282 págs. De san Pedro a Benedicto XVI. Libro destinado a conocer la institución del Primado de Pedro y de los responsables por siglos del ministerio petrino.
- EL PAPA FRANCISCO Y EL NUEVO VATICANO
Robert Draper, National Geographic, 2015, 255 págs. Con Francisco se reformó el Vaticano, a pesar de la resistencia que soportó durante sus 12 años de pontificado. Con memorables fotografías de Dave Yoder, quien documentó el inicio del pontificado de Francisco en 68.000 fotografías.