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Redes Sociales

Interior y Policía y la extrema derecha

Faride Raful evita censurar la represión policial en una manifestación, apelando a la tradición patriótica

Pasó inadvertida para los principales medios, aunque no así para los activistas y organizaciones sociales que, desde diferentes plataformas y redes, denunciaron la agresión a una manifestación celebrada con ocasión del Día Internacional de la Mujer en el momento en que un grupo interpretaba una salve.

La ignorancia de los policías que desconectaron el sonido porque, como dijera el oficial a cargo, «no me van a dar un concierto haitiano, si me van a cantar, no me van a cantar en creole a mí», es el aspecto menos relevante de lo sucedido. Importa más lo subyacente: la propensión a identificar lo negro con lo haitiano y a reprimirlo en nombre de famélicos valores patrios implantados en el discurso público.

Obligada por las circunstancias, la ministra Faride Raful respondió sobre el incidente haciendo cabriolas ideológicas. Lejos de censurar el exceso –o aprovecharlo como oportunidad para educar a su reformada policía– apeló, en versión decimonónica, a la sacralidad del Altar de la Patria, a simbolismos, solemnidades y protocolos especiales que no venían a cuento. Sobre lo que puede considerarse una violación de la «sacrosanta», ella también, libertad de expresión, hizo mutis.

Distinto es el argumentario del Ministerio de Interior y Policía en la resolución que autoriza a la llamada Antigua Orden Dominicana, una organización incitadora del odio y la violencia contra el inmigrante haitiano y todo aquel que contradiga su primaria ideología filonazi, a marchar el día 30 en el Hoyo de Friusa, ese enclave gestado en el útero de un sector turístico adicto a la mano de obra barata, superexplotada y desprotegida. 

Lejos de la neutralidad del lenguaje oficial, el de la resolución le hace un guiño al grupo violento cuando le atribuye «conmemorar la batalla del 30 de marzo y también fomentar la solidaridad con el pueblo dominicano». Juicio de valor, este último, que blanquea los objetivos de los convocantes y su líder, un esperpéntico individuo con notorias dificultades para hilvanar ideas, que confiesa que su «patriotismo» fue detonado por la muerte de un conocido a manos de un haitiano impune. La interpretación informada de la historia está muy lejos de sus neuronas.

No es necedad leer la frase oficial como una contribución al propósito de construir al inmigrante haitiano como enemigo interno que amenaza la «dominicanidad» y nuestra propia supervivencia física. Estratagema que elude, antes y ahora, las causas de nuestros males, empezando por una educación que nada aporta al pensamiento reflexivo (tampoco enseña Historia), y continuando con la inicua distribución de una riqueza, crecida en buena parte a caballo de la explotación del trabajador extranjero. El Hoyo de Friusa, como hasta hace poco los bateyes, es paradigmático.

El patrullaje policial preventivo podrá evitar el próximo domingo, ojalá lo haga, la violencia física con la que la Antigua Orden Dominicana ha amenazado sistemáticamente a los inmigrantes, llegando a arrogarse el derecho a expulsarlos del territorio por encima de autoridades y leyes; pero no evitará, por el contrario, la propagación del discurso de odio característico de este grupo y de quienes lo abonan desde los claroscuros de la política.

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Aspirante a opinadora, con más miedo que vergüenza.