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El Factor Farland

Joseph S. Farland fue enviado a la República Dominicana en 1957 con la misión de ganarse la confianza de Trujillo, fomentar la disidencia y persuadir al dictador a dejar el poder pacíficamente

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El Factor Farland
Joseph S. Farland trabajó encubierto bajo la fachada de diplomático, enfrentando riesgos significativos. (FUENTE EXTERNA)

En el giro de la política exterior de la administración Eisenhower hacia la región -cuando una ola democratizadora abatía a dictadores como Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela y Batista en Cuba-, Joseph S. Farland fue seleccionado a mediados de 1957 para cumplir una riesgosa misión en el país: cultivar una simulada amistad con Trujillo, contactar y alentar a la disidencia clandestina y persuadir al dictador a abandonar pacíficamente el mando y el país. Ante su renuencia, este astuto antiguo agente especial del FBI y oficial de inteligencia naval, actuando como diplomático, le anunciaría temerariamente su indefectible asesinato a través de Flor de Oro. Como lo revela su protagonista en un documento del 2000. Sólo el Secretario de Estado John Foster Dulles, el Subsecretario Herbert Hoover Jr. y el Director de la CIA Allen Dulles, conocían el real alcance de la encomienda, en una embajada también minada por las mieles seductoras del régimen.

Oriundo de West Virginia (1914), se graduó en ciencias políticas y derecho en WV University, con postgrados en leyes en Princeton y Stanford, una carrera que ejerció en las ramas de banca, impuestos y minería, encabezando 3 corporaciones de energía y carbón. En 1942 ingresó al FBI como agente especial y en 1944 al Navy en la 2da Guerra Mundial, culminando como oficial de enlace con el gobierno militar de Corea. En el 52 asumió en el Depto. de Estado como consultor y subdirector del programa del Mutual Security Act de1951, que brindó asistencia militar y económica a las naciones aliadas en Medio Oriente y África, Asia Pacífico y América Latina por un monto inicial de US$7,480 millones (80% militar y 20% económica).

Farland fue embajador en República Dominicana 57/60, Panamá 60/63, Pakistán 69/72 e Irán 72/73. Comisionado por JFK para las conversaciones entre Panamá-EE.UU. En 1971concertó el encuentro secreto entre Kissinger y Chou En Lai que viabilizó la histórica visita de Nixon a China en el 72. Vinculado al influyente Center for Strategic and International Studies de Georgetown, este respetado diplomático falleció en 2007. Esta entrevista es de enero 2000.

El Subsecretario Hoover le ofreció la embajada. "Joe, quiero tener mucho cuidado al decirte esto, porque no hay ninguna hipérbole. Tenemos un puesto que nos está explotando. Es extremadamente peligroso. De hecho, podría costarte la vida, quiero que lo sepas. Es en República Dominicana bajo la era de Trujillo. Estamos muy preocupados por lo que está pasando allí. Ha habido un secuestro en New York (Galíndez) y otras cosas que nos preocupan."

Las instrucciones recibidas. "Debes ser amigable con Trujillo, aparentar ser su colaborador cercano, como lo ha sido el otro embajador (Pheiffer). Pero quiero que entres en el trabajo encubierto y descubras qué está pasando y qué va a pasar en el futuro. Es una operación delicada, pero tu experiencia y formación te convierten en la mejor selección que tenemos en el Departamento. "No queremos eliminar a Trujillo. En otras palabras, asesinarlo. Pero queremos que tome su botín y se vaya a Estoril o a algún otro lugar y deje a esa gente en paz, las deje ser libres."  Farland comenta: "Se nos ha acusado de querer asesinar a Trujillo. Esa no era mi tarea. Hubiera sido fácil. Traté de convencerlo de que se fuera de allí."

Sobre las razones del cambio de orientación, Farland alude el caso Galíndez y sus secuelas y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos ("Trujillo tenía el control total. Estaba eliminando a sus oponentes. El asesinato estaba a la orden. Era completamente amoral"). Devoto episcopal en Morgantown -donde encabezó la construcción de un templo-, reactivó la Iglesia Episcopal en la Ave. Independencia, cuyo reverendo Charles R. Barnes fue asesinado en 1938 por filtrar informes negativos al exterior sobre el Corte del 37. Junto al embajador británico McGinney, predicó durante año y medio, bajo vigilancia de dos hombres armados con 38, "escuchando lo que el embajador decía desde el púlpito".

Designado en 20/5/57 con presentación de credenciales en 7/8/57, Farland menciona las atenciones especiales de un embajador. "Un individuo muy apuesto, afable y socialmente correcto", con fama de conquistador, quien en una ocasión le ofreció adquirir acciones en el Matadero Industrial, algo que el diplomático declinó, tal como hizo con un hermoso juego de café de Tiffany´s, que Trujillo le obsequiara a su esposa en la primera Navidad.

Refiere el embajador americano la vulnerabilidad de su personal ("tenía un DCM que estaba en el bolsillo de Trujillo") y de congresistas que visitaban Ciudad Trujillo. En las afueras operaba un Nido de Amor "al que entrabas por un laberinto de setos para que ningún coche pudiera ser observado. Totalmente cableado. Había espejos dobles y un suministro de lo que quisieras en la ruta de tu deseo. Varios de nuestros congresistas hicieron uso y fueron fotografiados y grabados." Al arribo de un senador, Farland quiso ponerlo en auto. Su reacción fue tajante: "Sé todo lo que quiero saber sobre este maldito país. Todo lo que quiero de usted es que se asegure de estar bien abastecido de licor en mi habitación de hotel durante una semana. No quiero verte durante ese tiempo."

Algunos episodios ilustran las peripecias de Farland en su misión con Trujillo. Señala: "Fuimos grandes amigos por un tiempo. Almorcé con él. Hablaba mucho inglés y mi español no era fluido, pero podía hablar un poco. Los dos entendíamos lo que estábamos diciendo. El entendía inglés perfectamente". En esa ocasión hablaron sobre el deslave del Ozama, la operación de bauxita de Cabo Rojo y los "buenos cigarros" de la Tabacalera de Santiago.

"Una vez me preguntó: ¿Cómo podría protegerme de un asesinato?  Le respondí: Es casi imposible. Él me dijo: Bien, primero, ¿puedes decirme cómo podría cometerse? Entonces, con la imaginación que me estampó mi padre, le referí: Bueno, sería muy sencillo y nadie sabría cómo sucedió. Simplemente consigues una pieza de uranio para cuando te pongas tus zapatos hechos en los Estados Unidos o en Inglaterra. Colocas un pedacito en los zapatos que te pones todas las mañanas y listo, pronto estarás muerto. Tenía una expresión bastante oscura. Se puso blanco y me preguntó: ¿Dónde puedo conseguir esos zapatos? Luego me dijo: Tú deberías ser el jefe de la CIA. Le respondí: No creo ese sea el trabajo para mí. Estoy satisfecho donde estoy." Alfredo Vorshim -a cargo de ventas de la Armería de San Cristóbal con oficinas en Palacio- refiere en sus memorias una consulta puntual sobre uso de material radioactivo.

Respecto a las relaciones con Estados Unidos y la asistencia al país, Farland afirma "que iba cuesta abajo rápidamente. Uno de los asuntos difíciles fue que cortamos la compensación especial del azúcar. Él estaba comprando armamento y Francia era su principal proveedor, aunque Estados Unidos recibía el crédito por ello.  Lo peor fue que cortamos abruptamente la compensación del azúcar en un momento en 1960. Fui a decirle que todo el equipo militar, cada gramo de equipo militar, quedaba embargado. Fui solo. Estaba con su embajador en los Estados Unidos, el jefe del ejército, el de la marina y el de la fuerza aérea, parados allí en atención. Explotó, se puso rojo. Luego procedió a hacer lo innombrable. Comenzó una diatriba contra Eisenhower, mi presidente. Lo llamó "estúpido", dijo que no entendía política, no entendía lo que estaba pasando en el Caribe y lo llamó (odio decirlo en una cinta) un "hijo de puta".

"Cuando hizo eso, mi diplomacia saltó volando y yo era de nuevo un minero del carbón. Decidí que había llegado el momento en que debía decir unas palabras de apoyo a mi país y terminé diciéndole: En lo que a ti respecta, en mi opinión, no eres más que un dictador barato y tu país comparado con el mío no es más que una mota de mosca en un mapa. Se puso más rojo que cualquier otra cosa. De repente caí en cuenta: "Viejo Joe, si parpadeas, estás muerto. Estoy solo. El lleva un arma. Tiene cuatro millones aquí que lo apoyan. Soy hombre muerto si parpadeo". Pero no parpadeé. Él parpadeó. Vino caminando desde la esquina del escritorio y me dijo: "Señor embajador, amigo mío, en momentos de estrés, muchas veces hacemos comentarios que realmente no queremos decir. Perdonémonos y olvidemos." No pude abstraerme de mí mismo y le contesté: "Trujillo, soy cristiano, perdonaré, pero no olvidaré". Giré sobre mis talones y caminé lo que me parecieron 24 millas a través de esa oficina, preguntándome todo el tiempo si iba a recibir una descarga de 38 en mi espalda." Ante la curiosidad de su interlocutor acerca del motivo del corte abrupto de la asistencia -de una complejidad mayor a la recordada por el embajador Farland 40 años después de los eventos narrados-, respondió: "Mi informe sobre lo que él estaba haciendo. Anteriormente había ido a ver a su hija mayor. Conduje hasta allí en un Volkswagen que tenía. Le dije: "Flora, he venido a hablar contigo sobre tu padre." Ella preguntó: "¿Por qué conmigo?" Le respondí: "Flora, eres la única con la que puedo hablar y que tiene las agallas para decirle lo que te voy a decir.

"Tu padre va a ser asesinado. No tengo ninguna duda al respecto. No es el propósito de los Estados Unidos querer que eso pase. Queremos que se retire y abandone este país y permita que República Dominicana se convierta a una forma de vida normal, que puede hacerlo. Éste es un gran país". Ella asintió: "Lo sé". Más adelante en un artículo, refirió que yo era el único embajador de Estados Unidos que no lamía las botas de Trujillo. Luego, en una fiesta unos cinco días después, me informó: "Hablé con papá". Yo le pregunté: "¿Qué dijo?" Me contestó: "¿El embajador dijo eso? ¡Qué asco!" Yo agregué entonces: "Esto es el final".

El 28 de mayo del 60 Farland terminó su misión. Un año después Trujillo cayó abatido por las balas dominicanas. Para este embajador: "Ese fue el caso de Trujillo. Ascendió de rango cuando enviamos a los marines. Obtuvo su formación en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Estaba muy orgulloso de ello."

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.