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Redes Sociales

Huellas de una Edad Dorada

George Bernard Shaw y la Utopía perdida

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Huellas de una Edad Dorada
El científico, George Bernard Shaw y la Edad Dorada, un diálogo entre pasado y futuro. (DIARIO LIBRE)

Paso a comentar un asunto que me parece interesante, lo que no es garantía para que entusiasme a un segundo o a un tercero. Me refiero ahora a la mención que hace un científico estadounidense sobre el escritor George Bernard Shaw. La cita se hace para ejemplificar un tema tratado en un documental que ha sido muy visto en los últimos meses, donde se habla de la Edad Dorada de la humanidad, es decir aquel momento en que los hombres –esto también está en el poeta Hesíodo–, vivían en un completo estado de inocencia (como también está cronometrado en los textos bíblicos).

Me pareció bastante interesante sobre todo porque el científico hablaba con mucha propiedad sobre el tema. Lo hacía como si se tratara de una investigación de toda una vida que ahora entre todos los internautas, debemos espiar para conocer un punto de vista que no necesariamente convencerá a las multitudes, pero que ya encuentra numerosos adeptos.

Entrónquelo con nuestras experiencias sobre temas económicos: no todas las voces que se disparan para argumentar sobre temas de la ciencia de la economía son entendidos y defendidos por la mayoría de ciudadanos, aunque se haya votado por determinado partido. No todas las opiniones son tomadas a la larga como directrices para ejecutar políticas económicas importantes, pero aquí estamos, en pleno entusiasmo para que las medidas que se tomen en todos los gobiernos conduzcan a la equidad y se pueda manejar el asunto de las brechas, el déficit y mil temas más.

Si hacemos una retrospectiva inmediata, no puede olvidarse un tiempo en que el ciudadano no tenía canales si bien no para comunicar ideas extensas, al menos para desahogarse que es lo que se hace de manera virtual. Entendemos que las redes sociales son una maravilla moderna y cada día nos damos cuenta de algo: la gente se enganchó a ellas y no puede dejar de comunicarse de alguna otra manera. Otros consideran que todo esto se trata de algo parecido a la teoría del Caos o a una Babel en la comunicación donde todos pretenden ser oídos, escuchados y seguidos.

Como otros han visto, habitamos un mundo que exige de explicaciones de parte de los intelectuales, eso es algo cierto. En el documental que he visto está claro que se nos habla de preguntas arcanas que pueden rastrearse hasta los griegos. Para extraer el conocimiento de un viejo autor, se usa a Bernard Shaw, al tiempo que el científico menciona –y es base para su trabajo– la época de los nerdentales.

Permítaseme ahora comentar un libro que es un clásico pero que tiene que ver con una aplicación a la realidad contemporánea: hablo del libro de economía, el Manual de Paul Samuelson, que he recordado recientemente porque era un libro en tapa dura, ahora que es un formato cada vez más vendido en Amazon. En ese manual de economía se trataba de un tema fundamental (pero así lo eran otros), el Costo de Oportunidad que se encuentra en una economía en plena efervescencia o en pleno problema (depresión etcétera).

Para los innumerables lectores de aquella época, estaba clarísimo en Samuelson que el gobernante tiene que elegir –y de ahí que se convirtiera su ejemplo en un clásico de la política económica–, entre fabricar cañones para ir a la guerra o mantequilla para alimentar a la población. El ejemplo se convirtió en un tema clásico: elegiríamos una de las dos opciones como ha sido el caso de los gobiernos que han sido en la tierra desde aquel momento en que el hombre dejo de habitar en esa Era Dorada para pasar a un mundo de envidias, problemas y según las crónicas, a un estado de perdición (alejado de Dios).

En las reproducciones que ha hecho Hollywood sobre el arca de Noé o la Torre de Babel, se encuentra explicación a este tipo de hombre perdido, sin norte y sin rumbo, entregado a la maledicencia y a las malas actitudes (para llamarlo de alguna manera). Algunos podrán comparar el estado idílico que menciona el científico con el estado de bienestar que tienen algunos países, pero también es cierto que no todos viven en un estado permanente de felicidad. Ya se nos ha explicado que en Bután existe el concepto de la FIB, la Felicidad Interior Bruta, como aquí tenemos el PIB. También se nos ejemplifica que en ese país las políticas se toman para reducir el grado de envidia entre los ciudadanos (el mismo carro, la misma casa, las mismas oportunidades). Para los que han estudiado este ejemplo, se entiende que el estado de envidia es un acelerador de los esquemas de infelicidad que ya otros han estudiado de manera intensa con una seriedad admirable.

Como demuestra la pobreza de muchos países, en el plano económico no vivimos en un estado idílico, aunque hayamos crecido en los últimos años. Siempre se puede mejorar el crecimiento y la sana distribución del ingreso, un concepto que creó furor en América Latina y que nos llevó a entender de manera clara las propuestas de desarrollo del Banco Mundial y de la CEPAL.

Al cabo de los años, no todos han comprendido el llamado estatus actual del hombre, aunque todos somos testigos azorados de guerras, conflictos y cambios climáticos.

En Wikipedia se puede notar un montón de ejemplos de textos sagrados que nos hablan de la mencionada Edad de Oro. Sin ir más lejos, algunos historiadores tienen la impresión (han buceado en las fuentes primigenias), de que los indios taínos vivían en ese estado o en esa especie de estado, aunque otros aclaran y advierten (lo que daría para otras páginas), que los mismos indios y los mayas eran harto lujuriosos y dados a los problemas. Todas estas interpretaciones históricas nos lucen bastante interesantes toda vez que sabemos que los taínos tuvieron que enfrentar a los hombres del continente viejo que los sometieron a los trabajos forzados en minas y construcciones (también enfrentaban a los mortíferos Caribes). Por esta razón, creemos que una lectura del indígena es una apertura para compararla con la idea de la Edad de Oro que menciona el científico en su documental tan visto y tan famoso ya.

En las últimas décadas, es cierto que la capital ha recibido numerosas inversiones, pero en esto está claro que mientras más lleguen mejor será para todos. Se entiende que repartir riqueza no es lo mismo que repartir pobreza y por eso las cifras del crecimiento nos dan una sensación interior de paz, lo que no sucede en el territorio haitiano.

Como hacemos todos paulatinamente, solo tenemos que ver las hordas haitianas y las bandas que rigen en aquel país, para entender que ciertamente no vivimos en el estado de Edad de Oro, pero alguien me dirá: ni siquiera en Finlandia o en Suecia.

El argumento se nos parece a lo que trae la Wikipedia: se nos narra que en la Grecia antigua todo tenía una explicación en la mitología, algo que de seguro investigó el científico que narra su versión con el respaldo de numerosos comentaristas. Alguien me dirá que no siempre se da en el clavo en términos de mensaje, pero ya sabemos que hay teorías que prenden y que se convierten en verdaderos hitos intelectuales en un mundo que busca respuestas para no hablar de "fanatismos gravitatorios".

Como alguien que va a beber en una fuente, el hombre moderno quiere explicaciones que ya están en los libros y también en los iniciados. Ciertamente que no podemos decir que todo era sencillo hasta que Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento, pero como debemos creer era un mundo que el primer hombre había nombrado pájaro a pájaro, fruta a fruta, animal a animal, roca a roca. Lo demás, también está en las escrituras.

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El autor es mercadólogo, escritor y melómano nacido en 1974.