Bien por Faride
Cuando la IA y el clickbait convierten la política en espectáculo grotesco
Primero, denunciar una campaña de difamación tiene un primer efecto no deseado: aquellos que no se habían enterado de la misma... la buscan. Así, se propaga entre los que no siguen a los "comunicadores" que la han puesto en marcha. Clicks que no hubieran llegado.
Pero hay que denunciar. Y Faride Raful ha dado un ejemplo no solo de valor personal sino también de responsabilidad política. Como ministra de Interior, la campaña en su contra exige que actúe públicamente y lo ha enfrentado con serenidad. No es verdad eso de que el que calla otorga, pero tampoco es cierto que ignorar hechos tan graves ayude.
Segundo, la pregunta es por qué hemos llegado tan lejos. El nivel de perversidad y de mal gusto de la campaña contra la ministra Raful es inconcebible en una sociedad medianamente –ni siquiera muy- funcional. Los conceptos de libertad de expresión, el derecho al secreto de las fuentes o cualquier otro que se manejan cuando hablamos de periodismo o comunicación, no tienen nada que ver con estos temas. No hay ley de libertad de expresión que se formule contemplando que se puede llegar tan lejos.
Tercero, ahora queda por ver cuál va a ser la respuesta de la Justicia. Eso es lo más importante. Si se ha llegado a estos extremos es porque no se detuvo la deriva cuando ya se sabía por dónde iba este "género informativo". Y hay leyes para estos casos.
Al contrario, se ha mantenido con dinero público y privado –publicidad, patrocinio- un ecosistema en el que la injuria, la difamación o directamente el insulto soez es constante y permitido. La IA hace cosas tan increíbles que, literalmente... no se deben creer. Bien por Faride Raful; es un mal trago pero ha dado un paso importante que la sociedad necesitaba.