Mujeres que leen
Más que un pasatiempo, la lectura como disciplina femenina
Los grupos de lectura son la resistencia a la vulgaridad. La decisión de no dejarse arrastrar por la banalidad marca de la época. Esa es una primera reflexión.
No son caprichosos; son metódicos, disciplinados y resistentes. (Como Verónica Sención, una pionera en este campo.)
Uno de estos grupos, nacido en 2008, puede presentar una agenda para el próximo mes que parece el perfecto Excell de una pyme. Son 17 años de reuniones semanales, charlas y lecturas... y no es el más antiguo. Unos intercalan conferencias de especialistas sobre diferentes tópicos, siempre culturales, y otros sólo son clubes de lectura
Los grupos de lectura son mayormente femeninos, segunda reflexión. Si hay hombres al cargo ya se revela que son esfuerzos más institucionales, más profesionalizados como talleres o proyectos de instituciones culturales. Nada que ver.
Y recientemente han llegado, de la mano de la joven librera de Casa Caliope, María Eugenia Espinal, las fiestas de lectura. Encuentros para leer en común... pero en silencio y cada quien su libro. Reuniones en un bar para compartir esa pasión sin necesidad de compartir el texto. Se convocan por redes, el cupo se llena y hay lista de espera. Tercera reflexión: la lectura también es joven.
Los grupos de lectura hacen amigas... pero no es indispensable. Son un oasis para hacer un hueco en la semana. Para no olvidar ese deber de cultivar el espíritu que es tan fácil de descuidar sin ni siquiera darse cuenta.
Cuarta reflexión: no se equivoque con ellas, no son señoras tomando té (digo, vino). Estas mujeres son profesionales de leer. Están al tanto de la última novedad local e internacional. Algunas viajan a festivales fuera del país y todas se lo toman como debe ser: en serio.
Son muchas, un ejército. Son mujeres que leen.