Una lección de dominicanidad
Reynol Osorio, la receta del éxito dominicano (sin excusas ni lamentos)
La historia de Reynol Osorio (Diario Libre, ayer) es mucho más que una anécdota de éxito en el extranjero. Resume una definición luminosa de lo que significa ser dominicano cuando se entiende la identidad como propuesta y no como protesta. Osorio, nacido en Boca Chica y criado en San Pedro de Macorís, emigró a España sin experiencia en cocina, pero con algo mucho más valioso: la determinación de aprender, crecer y contribuir.
Comenzó fregando platos en el restaurante de su suegro en Albarracín, Teruel. En vez de quedarse en lo cómodo, decidió formarse. Se inscribió en la Escuela de Hostelería de Teruel, perfeccionó técnicas en el Basque Culinary Center y en Gasma CEU de Castellón, y se abrió paso trabajando junto a chefs reconocidos, algunos con estrellas Michelin. Cada paso fue un peldaño ganado a pulso, con humildad y tenacidad.
Hoy, tras ser elegido mejor cocinero de Aragón en 2025, Reynol Osorio representa lo mejor de la dominicanidad: esfuerzo sin lamentos, disciplina sin resentimientos, sueños con fundamento. Su historia no es de quejas contra el sistema ni de nostalgias derrotistas. Es de afirmación. Nos recuerda que la identidad dominicana se expresa también en la excelencia, la vocación de superación, la capacidad de adaptarse sin renunciar a lo propio.
Esa es la dominicanidad que vale la pena promover: la que mira hacia adelante, que se forma sin excusas y que trasciende fronteras con una sonrisa y un cuchillo bien afilado. Osorio no ha llegado donde está por suerte, sino por mérito. Y si algo prueba su camino es que ser dominicano no es un obstáculo, sino una fuerza. Una energía que, bien canalizada, puede conquistar cualquier cocina del mundo.