Hora de repensar
El futuro económico de la República Dominicana tras la pandemia y la guerra de aranceles
La actual guerra de aranceles es la fase visible de cambios de hondura en el orden económico internacional, acunados en la pandemia del COVID. La globalización, tal como la conocimos, es ya material de zacatecas. Este terremoto redefinirá cadenas de suministro, prioridades geoestratégicas y patrones de producción y consumo.
Integrarnos a las nuevas cadenas de valor es prioridad que exige visión temprana, flexibilidad, prudencia y claridad de propósitos. Cavaríamos nuestra propia tumba de ser espectadores pasivos. Estamos obligados a repensar cuidadosamente la política comercial. De ahí la urgencia de un análisis riguroso y de largo alcance sobre las implicaciones de estas transformaciones explosivas para nuestra economía. Un análisis cuya manufactura el presidente Abinader debería confiar a cerebros lúcidos, vacunados contra el populismo, y centrado, ante todo, en la defensa integral de nuestros intereses: los del consumidor, el productor, y los de sectores estratégicos como el turismo, donde hemos consolidado ventajas comparativas. Esa tarea pertenece también al Conep, paraguas empresarial.
¿Punto de partida lógico? Nuestra relación comercial con los Estados Unidos, principal destino de nuestras exportaciones y fuente de inversión y remesas. China, pese a su influencia creciente, no ocupa un rol comparable, por más que disfrutemos los trapos y chucherías que le compramos.
Resulta impostergable diversificar la cartera de socios comerciales y fortalecer sectores emergentes. Nunca ha sido de inteligentes colocar todos los huevos en una sola canasta. Nos enfrentamos a una dinámica mundial —insisto — que demanda objetivos claros y apremio. Cuidado con extraviarnos en debates estériles o sacrificar la cohesión interna. En la baza entra una cuestión de soberanía económica: asegurar que la República Dominicana capee la tormenta de cambios y encuentre en ella nuevas oportunidades para fortalecer su desarrollo.