Las carreteras del terror
Sin reglas ni control, el caos de las carreteras en República Dominicana
Conducir en las carreteras dominicanas es de osados, sobre todo de noche. En la geografía nacional, el tránsito se ha convertido en una amenaza constante para la seguridad. El irrespeto a las normas de circulación es generalizado. Hay camiones que transitan de noche sin luces traseras, vehículos en condiciones deplorables y sin iluminación, maniobras temerarias tipo "corte de pastelito", y una alarmante improvisación técnica con luces LED o halógenas que encandilan a quienes circulan en sentido contrario.
Este panorama evidencia que el sistema va de mal en peor. El desorden y la negligencia han sido normalizados. Más que simples cifras, las estadísticas de accidentes mortales expresan una tragedia diaria que cobra vidas y deja familias destrozadas. Urge romper con esta normalidad peligrosa.
Una medida clave es endurecer el proceso para obtener licencias de conducir. No basta con saber maniobrar un vehículo; se debe exigir el conocimiento profundo de las leyes de tránsito y el compromiso de respetarlas. Muchos obtienen licencias sin una formación real, lo que convierte al volante en un arma en manos inexpertas o irresponsables. La permisividad institucional agrava el problema.
Prima el descuido ambiental. Los márgenes de nuestras carreteras están convertidos en basureros. Fundas plásticas, botellas y residuos de todo tipo contaminan el paisaje y proyectan una imagen de abandono que contradice cualquier discurso de progreso.
La respuesta estatal debe ser firme: vigilancia efectiva, sanciones ejemplares, mantenimiento vial y campañas educativas masivas. Pero el cambio más profundo debe venir de la ciudadanía: respeto por la ley, conciencia ambiental y sentido de responsabilidad colectiva. Solo así podremos aspirar a un tránsito más seguro y a vías más limpias, dignas de un país que quiere desarrollarse en serio.