¿Infraestructura física o instituciones fuertes?
La importancia de fortalecer las instituciones
Históricamente, los gobiernos dominicanos han privilegiado las obras físicas sobre el fortalecimiento institucional, en una visión limitada y costosa del desarrollo. Presas, carreteras, puentes, edificios espectaculares y hasta un faro tan monumental como irrelevante han consumido presupuestos y alimentado la corrupción. Visibles y quizás políticamente rentables, pero sin valor sostenible porque las instituciones encargadas de gestionarlas son inexistentes, débiles o ineficientes. Esta dicotomía infraestructura- instituciones ha alargado un modelo cortoplacista limitante del progreso.
No abomino del "presidente constructor" ni de las obras físicas que facilitan la movilidad, el comercio y el acceso a servicios. La contradicción surge porque estas realizaciones solo alcanzan su potencial transformador si respaldadas por instituciones sólidas. Las carreteras comunican regiones, pero, como es ya rutina, se deterioran por falta de mantenimiento.
Igual ocurre con los hospitales, escuelas o campus universitarios. Podrán ser modernos, pero sin un respaldo institucional robusto que garantice insumos, personal capacitado y transparencia, fracasan en su propósito. Simple: infraestructura sin instituciones es un cascarón vacío.
Las instituciones son el sostén del desarrollo. El Código de Hammurabi, la Carta Magna, la Constitución estadounidense o la Declaración Universal de los Derechos Humanos distan de construcciones físicas; empero, constituyen pilares conceptuales que transformaron sociedades al establecer justicia, derechos y estabilidad. El último Nobel de Economía fue a Acemoglu, Johnson y Robinson porque han demostrado que la diferencia entre naciones desarrolladas y atrasadas radica en la calidad de sus instituciones, no en sus recursos naturales o cantidad de obras.
Urge abordar esta dualidad. Las obras físicas son necesarias, pero bajo una cobertura organizacional que asegure la permanencia y acceso equitativo. Apostar por infraestructura con instituciones escuálidas perpetúa un círculo de ineficiencia e iniquidad. Hora de equilibrar ambos enfoques.