Lo esencial
La paz social, el pilar invisible del progreso dominicano
Solemos concentrarnos en índices y tablas económicos en la descripción de los notables avances que ha experimentado el país en las últimas decenas de años. Es mucho lo logrado, y hemos alcanzado la envidiable posición de país de renta media. Dar el otro salto, hasta salir del subdesarrollo, costará esfuerzos y pondrá a prueba la fortaleza de nuestros propósitos.
Crecemos a un ritmo más que aceptable: un cinco por ciento anual, nivel que recuperaremos en este año y se ha convertido en normal. Fluye la inversión extranjera, los empresarios rompen el muro de las altas tasas de interés y se afianza la confianza en nosotros mismos. ¡Claro que soy optimista!
Otro factor, sin embargo, merece precedencia: la estabilidad política. Para entenderlo, basta una mirada hacia Venezuela, en el filo de la navaja pese a riquezas inconmensurables. Lo esencial no siempre es visible.
Nos hemos acostumbrado a vivir en democracia y a resolver nuestras desavenencias por la vía pacífica. Dialogamos y nos entendemos, aunque a veces sea a regañadientes. Las tensiones que lastran otras sociedades no alcanzan aquí punto de ebullición.
La paz social es un bien sin balanza o método para medirlo, pero de su razón como factor de desarrollo sobran evidencias. Sobrepasamos el trance de elecciones ordenadas y competitivas cada cuatro años. Queremos creer que la cultura democrática, esa praxis fundada en la convivencia y respeto mutuo, se profundiza. Problemas los hay en abundancia, pero el consenso es que a todos toca la resolución.
En ese contexto de indispensabilidades para el desarrollo y la continuidad democrática, se ubica la reforma constitucional que establecerá como regla pétrea solo dos períodos presidenciales. Y no más. Es un candado al retroceso y a la erosión de esas ganancias democráticas y materiales que tanto han costado.