Gobierno evitó caer en un gancho si dejaba entrar al premier haitiano
Las autoridades dominicanas dieron un seguimiento estrecho al viaje de Ariel Henry
El Gobierno dominicano actuó con extrema prudencia al negar el ingreso al espacio aéreo y a suelo dominicanos al premier haitiano, convencido de que su presencia aquí era inconveniente para el interés nacional y lo hizo solo después de percatarse de que se trataba de una estadía indefinida.
Desde el inicio mismo del periplo de Ariel Henry por el Caribe y luego por África, las autoridades dominicanas dieron un seguimiento estrecho al viaje, avisadas de que en Haití se organizaban acciones violentas con la intención de crear un vacío de poder. El primer ministro llegó a territorio norteamericano, específicamente a Nueva York, el fin de semana en momentos en que la crisis de autoridad explosionaba en la capital de su país.
Desde el viernes, tiroteos, asaltos y ejecuciones en plena calle sembraron el terror en Puerto Príncipe. La violencia cobró ímpetu con el asalto a dos cárceles, incluyendo la Penitenciaría Nacional en un populoso barrio en la periferia capitalina, La Croix-des-Bouquets. El ataque al aeropuerto Toussaint Louverture y su cierre llevaron a la República Dominicana a prohibir toda comunicación aérea con el vecino país. De hecho, todas las aerolíneas que sirven la capital haitiana cancelaron sus vuelos.
Con Henry en Nueva York, los Estados Unidos negociaron de manera informal con la República Dominicana para que el primer ministro hiciera escala y continuase viaje. En un avión privado, Henry despegó de Teterboro, un aeropuerto en Nueva Jersey, con rumbo hacia la República Dominicana. Se trataba de un Gulftream IV que descoló a las 11:07, hora standard del Este.
A las 13h55, la aeronave entró en un patrón de espera (holding pattern) cien millas al norte de la llamada área de información de vuelo regional (Flight Information Región). Estuvo volando en círculos hasta las 14h27 cuando enfiló rumbo hacia San Juan, Puerto Rico, por lo que despegó y aterrizó en territorio norteamericano.
La decisión dominicana de no dejar aterrizar a Henry en Las Américas se debió a que originalmente se había acordado una escala técnica, no un tránsito indefinido, como se comprobó luego del despegue. Es decir, Henry permanecería en el país sin que se supiera cuándo partiría. Su presencia aquí se consideró inconveniente por los problemas de seguridad que planteaba. Era un riesgo que el presidente Luis Abinader no estaba dispuesto a correr y que, además, involucraba directamente al país en un conflicto que no le incumbe.
Dada la volatilidad de la situación haitiana, la presencia de Henry en Santo Domingo podía motivar acciones de violencia no necesariamente en la frontera, sino contra la embajada y consulados dominicanos en Haití, lo que colocaría al Gobierno en una disyuntiva difícil.
Lo soltaron en banda
Aunque no lo han dicho oficialmente, a las autoridades dominicanas les preocupa la desatención norteamericana al caso haitiano y las continuas declaraciones del Departamento de Estado que de substancia tienen poco. Una información aparecida hoy en el Miami Herald habla de los norteamericanos han pedido a Henry que renuncie y dé paso a un gobierno de transición.
Igual presión han puesto los países caribeños miembros del Caricom, recientemente reunidos en Guyana. Aunque sigue vigente la oferta de Kenia de encabezar la misión de paz aprobada por el Consejo de Seguridad, el obstáculo principal es económico y la culpa recae sobre los Estados Unidos. Con elecciones en el otoño, la administración de Biden escurre el bulto y prueba de ello es que no se han apropiado fondos federales para la pacificación en Haití a cargo de policías kenianos, a los que se sumarían fuerzas provenientes de algunos países caribeños y Benín.
Si los Estados Unidos ciertamente le han pedido a Henry que renuncie, contravendrían su política de que la celebración de elecciones depende de la restauración del orden. Las acciones de las bandas armadas de los últimos días dejan en evidencia quién o quiénes controlan el occidente de la isla de La Española.
La nota del Miami Herald justifica aún más la decisión dominicana. Dice que los Estados Unidos no han proporcionado asistencia alguna al primer ministro para regresar a su país. Sin esa ayuda y en territorio dominicano, Henry se convertiría en un huésped indefinido sin invitación alguna y sin nada que buscar en Santo Domingo.
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