En su 30 aniversario, el Festival de Cine de Sarajevo sigue celebrando el cine en los Balcanes
Una plataforma para las voces marginadas de los Balcanes
El festival de cine más importante de los Balcanes celebra su treinta aniversario. En Sarajevo, el cine sigue siendo vector de resistencia y reconciliación, poniendo el foco en las experiencias personales y colectivas de regiones marginadas.
"En tiempos como los que vivimos tenemos que reforzar la empatía que falta en el mundo estos días y darle al cine la importancia de hacer el mundo inspirador. Gracias al Festival de Cine de Sarajevo, es un honor estar aquí", agradecía el director de cine palestino Elia Suleiman al ser condecorado con el Corazón de Sarajevo durante la ceremonia de apertura de la treintava edición del Festival de Cine bosnio.
En 1995, en plan guerra de Bosnia y mientras su capital vivía el sitio de una ciudad más largo de la historia moderna (casi cuatro años de asedio) cientos de personas se vistieron con sus mejores galas y desfilaron por primera vez sobre la alfombra roja del Festival de Cine de Sarajevo.
En ese momento, Asja Krsmanovic, tenía tan solo ocho años: "Creo que fue la cuarta edición de edición del festival, era 1997, y recuerdo que fue el Cine ´Meeting Point´, recuerdo a la gente vestida muy bien, sentados y tratando de hacer algo con todo el entusiasmo posible. Lo recuerdo como una especie de evento social".
Hoy, treinta años más tarde, Krsmanovic es una de las organizadoras y la seleccionadora de las cintas de la categoría "películas de estudiantes" del mayor festival de cine de los Balcanes y uno de los más importantes del continente europeo, donde se proyectan más de 250 cintas de las cuales 57 son producciones regionales.
"Presentamos una región que no está muy cubierta en otros festivales de cine, que está en el centro de Europa, pero de alguna manera también está al margen de Europa. Estamos fomentando un buen ambiente en la industria cinematográfica de la región, no solo por nuestras selecciones y nuestro mercado de coproducción, sino también porque hemos creado una red de festivales de la región adriática, consiguiendo que esta región de la antigua Yugoslavia esté de vuelta", explica Krsmanovic.
Un festival de cine que además de dar visibilidad a la región, usa este arte como herramienta de cambio social. En los noventa fue una manera de resistir, de buscar la normalidad en pleno conflicto. Hoy, es una herramienta de aprendizaje y reconciliación.
Davor Dzakula es un joven nacido en Serbia, de madre bosnia y padre croata, quien suele definirse, cuando le preguntan sobre sus orígenes, como "hijo de los Acuerdos de Dayton" y quien siempre ha estado muy conectado con el festival. El joven explica como "en los Balcanes Occidentales, el problema es que siempre tenemos ciertas narrativas que nos vienen de los mayores, y cuando ves que el cine y la cultura en general desafían esas narrativas, eso ayuda mucho a ir hacia el futuro, pero también a lidiar con el pasado"
Treinta años después el Festival de Cine de Sarajevo sigue celebrando el poder del cine incluso en los tiempos más oscuros, poniendo el foco en los matices de las experiencias personales y colectivas desde esos márgenes geopolíticos y artísticos, que a menudo se descuidan a la hora de armar el complejo rompecabezas de nuestra realidad global.
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