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Miguel Uribe Turbay
Miguel Uribe Turbay

Sicario que disparó a Miguel Uribe Turbay estará en "sanción reparadora" por un máximo de ocho años

Es huérfano de madre y sin su padre que vive en Polonia: la historia del adolescente que disparó contra Miguel Uribe Turbay

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Sicario que disparó a Miguel Uribe Turbay estará en sanción reparadora por un máximo de ocho años
Enfrenta una posible sanción máxima de ocho años en un centro de atención para menores infractores, no como castigo penal. (IMAGEN DE VIDEO.)

Tenía 14 años, ninguna figura paterna cerca, y un arma en la mano. La madrugada del 7 de junio caminó por las calles de Bogotá hasta encontrarse con el senador Miguel Uribe Turbay. Lo atacó por la espalda y le disparó en la cabeza. Ese adolescente, sin condena aún pero sí detenido, era huérfano de madre y vivía con una tía materna. Su padre, dicen las autoridades, está en Polonia, según recoge el diario El Colombiano.

Enfrenta una posible sanción máxima de ocho años en un centro de atención para menores infractores, no como castigo penal, sino como proceso de "restablecimiento de derechos", según establece la Ley 1098 del Código de Infancia y Adolescencia de Colombia. La fiscal general, Luz Adriana Camargo, fue clara: "Se trata de una sanción educativa y reparadora, no de una condena convencional".

"La sanción eventualmente a la que estaría sujeto es una sanción hasta de ocho años que no es propiamente de prisión, sino es una sanción que bajo los alineamientos de la Ley 1098 es una sanción que es educativa, reparadora y que tiene por fin restablecer los derechos de ese menor en el entendido de que el legislador ha dispuesto que a él se le proteja antes que se le sancione", dijo la fiscal, según cita el diario El Colombiano. "Sin embargo, esto también sucede en unos sitios, en unos centros especiales que son dispuestos para menores infractores", agregó.

La orfandad como punto de partida

La historia del joven que disparó contra un precandidato presidencial empieza antes del atentado. Su madre murió a los 23 años, y su crianza fue asumida por una tía en la localidad de Engativá. Un informe del Gobierno lo describe como un adolescente "conflictivo", incapaz de establecer vínculos. Fue identificado por programas sociales del Distrito días antes del ataque, pero rechazó el acompañamiento.

También pasó fugazmente por el programa nacional "Jóvenes en Paz", iniciativa del Gobierno de Gustavo Petro. Estuvo inscrito dos meses, no asistió a ninguna actividad y se retiró sin completar el proceso.

El presidente Gustavo Petro declaró que su Gobierno ya conocía la situación de vulnerabilidad del joven: "Duró dos meses, no asistió a ninguna clase y se retiró voluntariamente". Lo preocupante es que, a pesar de todas las señales, nada impidió que una estructura criminal lo reclutara para convertirlo en sicario.

El celular que desapareció

Una de las piezas más importantes del caso es un celular. En cámaras de seguridad, se ve al adolescente usándolo antes de disparar. Pero ese teléfono no apareció en la escena del crimen. La Fiscalía y la Policía no lo tienen. El exviceministro de Defensa Gustavo Niño aseguró que un intendente le dijo que el teléfono estaba en poder de las autoridades, pero eso no ha sido confirmado oficialmente.

  • Ese aparato podría contener nombres, números, ubicaciones. Una pista directa hacia los autores intelectuales del ataque. Porque un niño dispara, pero no actúa solo.

Cuando fue reducido por los escoltas del senador, el adolescente gritó que fue "el man de la olla" quien lo envió, que tenía los números para probarlo. También exclamó que lo hizo "por plata, por mi familia". No por ideología. No por odio. Por dinero.

Herido en la pierna, fue trasladado a un centro médico donde solo se presentó un tío paterno. La tía con la que vivía fue allanada por las autoridades. No se le conocen antecedentes, ni conexiones políticas. El joven tenía 14 años, pero ya estaba fuera del sistema.

Un menor ante la justicia

La audiencia de imputación fue pospuesta por razones médicas, pero cuando llegue, lo que enfrenta no es una celda común ni un juicio adulto. La ley colombiana prioriza la protección del menor, incluso cuando el acto cometido sea un intento de asesinato.

Según la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el adolescente "quiere colaborar" con la justicia. Se ha dispuesto un entorno seguro para que pueda declarar bajo garantías, acompañado por un defensor de oficio.

Utilizar niños como sicarios evoca una de las etapas más oscuras del narcotráfico en Colombia. Volver a ver un menor armado ejecutando a un líder político despierta la memoria de los años ochenta.

Hoy, Miguel Uribe Turbay lucha por su vida en cuidados intensivos. Y el niño que lo atacó, en apariencia sin ideología ni causa.

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