Inmunes a la deflación
En países como el nuestro, la deflación es tan inusual como que caiga una nevada
En países como el nuestro, la deflación es tan inusual como que caiga una nevada. Es probable, en ese sentido, que a lo largo de nuestras vidas los dominicanos nunca tengamos la oportunidad de experimentar un descenso generalizado en el nivel de los precios. Y es afortunado que sea de esa manera, pues aunque parece atractivo que tuviéramos que pagar menos por las cosas que compramos, las consecuencias de una deflación podrían ser devastadoras, incluyendo la posibilidad de que perdiéramos nuestros negocios o empleos.
Hace unos veinte años, Paul Krugman, luego galardonado con el premio Nobel de economía, planteó la perspectiva de que la recesión con deflación que aquejaba a Japón ocurriera también en los EE.UU. No sucedió así en ese momento, aunque más adelante, en la recesión del 2008, se registraron bajas de precio en algunos sectores, acompañadas por serios trastornos que se propagaron fuera de sus fronteras. Que no sucediera, según muchos analistas, se debió al predominio de políticas monetarias decididamente expansionistas, lo que implica que hasta en países desarrollados la deflación es hoy en día una rareza.
En base al caso japonés, algunos investigadores vinculan la deflación con una combinación de factores. No con superávits fiscales, como podría argumentarse, pues Japón tiene la mayor deuda pública como porcentaje del PIB en todo el mundo desarrollado, sino con una mezcla nociva de envejecimiento demográfico, expectativas de que los precios continuarán bajando, arraigada frugalidad personal y elevado nivel de vida.
Esos factores, evidentemente, no se dan en naciones pobres y economías emergentes, donde la gente padece de múltiples carencias, se endeuda al máximo, se reproduce velozmente, y lo que espera es que lo que hoy cuesta diez, mañana valga quince. Poseen, por lo tanto, una especie de inmunidad natural, asistida por su proclividad a tener gobiernos populistas o asiduos a obras monumentales, que les protege de la deflación pero a expensas de hacerlas vulnerables a la inflación.