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Protección de pertenencias

Los habitantes de zonas vulnerables a inundaciones no se quedan porque crean que podrán detener el impacto de los vientos sino para impedir que delincuentes se apoderen de sus pertenencias.

En ocasión del arribo de la tormenta Franklin en agosto, volvimos a ver lo que se ha convertido en una constante durante ese tipo de acontecimientos. A pesar de las advertencias y exhortaciones de las autoridades, las personas que habitan en zonas vulnerables rehúsan dejar sus viviendas y trasladarse a refugios seguros. Prefieren correr el riesgo que implica permanecer en sus casas, no porque sean amantes del peligro, sino por el temor a perder sus ajuares. No se quedan porque crean que podrán detener el impacto de los vientos, o el avance de las aguas desbordadas de ríos y cañadas, sino para impedir que delincuentes se apoderen de sus pertenencias.

Se diría que esa actitud es irracional, pues equivale a dar más importancia a objetos materiales susceptibles de ser reemplazados, que a la preservación de sus vidas y las de sus familiares, algo intrínsecamente irremplazable.

No obstante, es un asunto de probabilidades, según las perciben las personas. Es obvio que morir es peor que perder sus enseres, pero desde su punto de vista la probabilidad de fallecer arrastrados por las aguas, aplastados por el colapso de un muro, o golpeados por la caída de un árbol, es menor que la probabilidad de que ladrones entren a sus viviendas cuando éstas estén vacías. Dada esa creencia, su decisión es no dejar sus casas solas, pues aunque los bienes sean sustituibles en principio, en la práctica no es fácil que familias pobres puedan conseguir los recursos económicos necesarios para sustituirlos.

No es por un simple capricho que las personas perciben las probabilidades de ese modo. Es el resultado de la experiencia, propia o ajena, de lo que ha sucedido en casos similares del pasado, y revela la presencia de la permanente sensación de inseguridad que agobia a gran parte de la población del país. Muestra también la certeza que tienen de que en condiciones apremiantes causadas por siniestros, las autoridades no vigilarán sus hogares ni les resarcirán por las pérdidas sufridas debido a los robos.

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Doctor en Economía de Columbia University especializado en empresas, mercados, pronósticos y riesgo.