Obras a medias
Hay varias razones por las que un proyecto de inversión pública puede no ser terminado. Quizás se agoten los fondos con los que estaba siendo desarrollado, lo que a veces sucede cuando el dinero proviene de donaciones o ayudas. También es posible que luego de iniciado resulte ser que no es viable, o que su diseño es incorrecto, o que perjudica a actividades productivas o al medio ambiente. En otros casos el avance se detiene por aumentos de costos que exceden el presupuesto asignado, sobre todo si se comprueba que los estimados originales eran erróneos. Otra posibilidad es que el proyecto se paralice debido a irregularidades detectadas en las contrataciones o en su ejecución, lo que motiva que haya que someterlo a revisión y que quede marcado por el estigma de la ineficiencia o la corrupción. En algunas ocasiones la falta de terminación puede ser consecuencia de protestas populares o reclamos de sectores que se consideran lesionados, acompañados en ciertas circunstancias por decisiones judiciales en contra de la continuación del proyecto. Y también hay obras a medias surgidas de los vaivenes políticos, cuando nuevos gobiernos no desean concluir proyectos promovidos e iniciados por autoridades anteriores.
Independientemente de cuáles sean sus motivaciones específicas, la paralización de proyectos públicos puede significar una cuantiosa pérdida de recursos escasos. Son particularmente notables los asociados a la paralización de obras de infraestructura como canales de riego, represas, edificaciones, diques, plantas de electricidad, hospitales, mercados, centros comunales, puentes y carreteras.
No tenemos aquí estimados fidedignos acerca del costo infligido a la economía dominicana por los retrasos y paralizaciones de los proyectos estatales, lo que obedece a que el énfasis de los análisis fiscales suele colocarse sobre la evasión y la presión tributaria, y no sobre la forma en que se utilizan los fondos captados.