El dilema del mundial de clubes
El Mundial de Clubes no convence

El mundial de clubes ha abierto muchas discusiones desde su arranque a mediados de junio. La FIFA, puso en ejecución la idea de que un formato de torneo parecido al que organiza a nivel de selecciones cada cuatro años era viable también agrupando a los mejores equipos del mundo.
A las puertas de la conclusión de los octavos de final, siento que el invento no termina de hacerle clic al seguidor del fútbol. Venimos de una temporada larguísima, a la que humanamente no le caben más partidos y que en el curso europeo se cerró con la final de la Champions mandando a jugadores y aficionados de vacaciones. Pero ni vacaciones, ni mucho menos cierre; había que ir a los Estados Unidos a disputar esta competición que da la sensación de ser más bien un torneo premium de pretemporada.
Los niveles de asistencia de público a los juegos es otro tema. Las casi ochenta y un mil personas que presenciaron el PSG - Atlético de Madrid en el Rose Bowl no han podido igualarse en ningún otro encuentro, salvo excepciones. Y aunque el promedio hasta ahora ronda los treinta mil asistentes por partido, no se han registrado grandes llenos.
Sobre el terreno, el debate, si es que existe, respecto de la calidad de los sudamericanos y los europeos, que particularmente parece zanjado hace mucho sin lugar a apelaciones por el momento: no hay un lugar en el mundo que supere hasta ahora al fútbol profesional que se desarrolla en las principales ligas del viejo continente. Salvo sorpresa, es casi seguro que la final del próximo 13 de julio en Nueva Jersey se termine disputando entre dos de estos gigantes. Por el momento, los grandes talentos de todos lados se siguen formando con el objetivo de algún día, por lo económico y por lo deportivo, jugar en Europa.
Catar ya asomó la cabeza y manifestó su interés de organizarlo para 2029. Billetera sabemos que tienen y que eso les seduce a los dirigentes del fútbol también. De ser allá, seguro volveremos a tener parón a mitad de temporada o quién sabe, pues al paso que vamos el fútbol con sus formatos habituales se terminaría convirtiendo en otra cosa. Los jugadores cada vez con menos descanso seguirían colapsando o yendo a ritmos diferente; sin márgenes de descanso se hace más que evidente la primacía de lo económico sobre lo netamente deportivo.