VIDEO | En el Hospital Jaime Mota, el descuido y falta de higiene marcan la atención médica
Guantes quirúrgicos en el piso, fundas arrastradas por los pasillos, baños no higienizados, y zafacones de desechos se mezclan con el trajín de médicos
En el Hospital Regional Universitario Jaime Mota, ubicado en Barahona, el descuido parece remplazar la atención digna, obligando a los pacientes a convivir entre la suciedad y el abandono.
La primera bienvenida en la Emergencia no la da un médico ni una enfermera, sino una grieta en el techo que descarga agua sobre el pasillo. Un cubo amarillo y un cartel que advierte "precaución por goteras".
Allí, camilleros maniobran para trasladar a los pacientes mientras se observan las paredes deterioradas y asientos oxidados, reflejando la precariedad.
Sin embargo, el problema no se reduce solo a la infraestructura.
La falta de supervisión se revela en decisiones como ordenar pintar paredes en pleno servicio, con pacientes dentro.
Durante el recorrido realizado por Diario Libre, un hombre pintaba paredes en el área de observatorio de adultos, el mismo espacio donde se guardan medicamentos e insumos médicos.
- Las gavetas y zona de "trabajo limpio" permanecían abiertas, y sobre las mesas se mezclaban jeringuillas, frascos de medicamentos, algodón, alcohol, mascarillas usadas, vasos plásticos y desechos, intensificado por el fuerte olor de pintura en plena atención médica.
Los envejecientes eran los más afectados, viéndose algunos en la necesidad de abandonar el área, mientras otros respiraban solventes en lugar de oxígeno limpio.
El malestar provocó la reacción airada de una doctora que pidió enfáticamente. "Abran esa puerta, esa pintura va a matar a toda esta gente", reclamaba al tiempo que solicitaba refuerzos de personal ante la demanda de pacientes.
Basureros
A medida que avanzaba el recorrido, la falta de supervisión se evidenciaba en cada esquina.
Guantes quirúrgicos usados permanecían tirados en el suelo a pocos metros de los zafacones medios vacíos y abiertos.
Los lavamanos se usaban como contenedores improvisados, y muchos recipientes de basura, sin tapa, rebosaban de residuos biomédicos a la intemperie.
Un personal fue visto arrastrando una funda roja con desechos hospitalarios, camino a "higienización" de las distintas zonas.
Mientras en el área de internamiento también se encontraban fundas envueltas llenas de desechos almacenadas al frente de los zafacones.
Baños y hedor permanente
El hedor de los baños contiguos a Emergencia se filtraba hacia los pasillos, mezclándose con el olor penetrante de la pintura.
La falta de agua, la deficiente limpieza y la ausencia de iluminación convertían esos espacios en focos de insalubridad imposibles de ignorar.
Cada paso recordaba más a una escena de abandono que a un hospital regional universitario.
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Internamiento y carencias básicas
En la zona de internamiento, la precariedad se multiplica.
En la Unidad de Cuidados Intensivos la espera era aún más indignante. Apenas había dos sillas, ocupadas por una enfermera y un vigilante.
Los familiares, sin otra opción, expresaron que debían llevar sus sillas desde sus casas o permanecían de pie durante horas ante la carencia de las mismas.

Ante todo este panorama, la actitud de muchos visitantes y pacientes parecía de resignación, como si las goteras, los olores y la basura fueran parte natural del hospital y ya no tuvieran fuerza para alarmarlos.
Una mujer comentó que son los "ciudadanos quienes se comen las áreas", responsabilizando en parte al mal uso de los espacios.
Sin embargo, la suciedad en los insumos médicos, los baños pestilentes y el deterioro de las estructuras apuntan a un personal que ha olvidado la supervisión básica y una gestión que ha permitido que el descuido se vuelva costumbre.