Mercado fronterizo de Dajabón opera entre basura, moscas y el temor a una epidemia
El mercado fronterizo de Dajabón ha sido históricamente un punto de encuentro económico y cultural. Sin embargo, hoy luce más como un campo de abandono
Javier Genao
A las 5:00 de la mañana, cuando aún la bruma cubre las calles de Dajabón y el sol apenas se asoma, María encaja sus pies descalzos sobre el piso húmedo del mercado fronterizo.
A su alrededor, montones de basura fermentada se disputan el espacio con enjambres de moscas, ratas que corretean entre los sacos de víveres y un hedor insoportable.
Ana tiene 58 años, vende plátanos desde hace dos décadas, lo que significa que ha vivido casi toda una vida entre el bullicio del comercio binacional. Pero hoy, como muchos otros comerciantes, se siente atrapada entre la necesidad de subsistir y el miedo a enfermar.
"Esto no es vida. Aquí uno no sabe si está trabajando o jugando a la ruleta rusa con la salud", dice mientras espanta las moscas de su mercancía.
El mercado fronterizo de Dajabón, símbolo del intercambio entre República Dominicana y Haití, ha sido históricamente un punto de encuentro económico y cultural. Sin embargo, hoy luce más como un campo de abandono.
Los residuos sólidos se acumulan sin control, desbordando los zafacones inexistentes y formando vertederos improvisados entre los pasillos del mercado. Las lluvias recientes han agravado la situación: las aguas estancadas son caldo de cultivo para enfermedades como el dengue, leptospirosis y diarreas agudas.
Los residentes cercanos también han levantado la voz. "Los olores se meten en las casas, las moscas se posan sobre la comida y los niños viven con fiebre cada semana", lamenta doña Teresa, madre de tres, quien vive a pocos metros del mercado. "Estamos rodeados de enfermedades y nadie hace nada".
Autoridades ausentes
A pesar del clamor, las autoridades locales parecen ausentes. La falta de intervención municipal para mantener la higiene y la infraestructura básica ha generado indignación y preocupación de que un brote epidémico sea solo cuestión de tiempo.
"Aquí no hace falta un médico para saber que esto puede terminar mal", asegura un motoconchista que diariamente cruza el mercado transportando pasajeros.
Entre los más afectados están los vendedores de productos perecederos, como los plataneros, quienes ven mermadas sus ventas por el mal estado ambiental. "Los clientes se van. Dicen que no pueden comprar donde hay tantas ratas y basura. ¿Y quién los culpa?", explica Juan, otro comerciante.
En este escenario, la dignidad humana parece empolvada bajo los desperdicios. Las personas que sostienen la economía de este mercado lo hacen a un alto costo físico y emocional. Las condiciones de insalubridad no solo afectan la imagen del comercio binacional, sino que vulneran los derechos fundamentales de quienes dependen de él para sobrevivir.
Los llamados a la acción son urgentes. Los vendedores requieren un plan integral de saneamiento, la instalación de contenedores adecuados, jornadas periódicas de limpieza y, sobre todo, voluntad política para devolver la dignidad a este espacio vital para Dajabón y toda la región fronteriza.
Javier Genao
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