Hijos honran la memoria de sus padres fallecidos
La dedicación al trabajo, el amor a la familia y la rectitud son cualidades que rememoran de sus progenitores
Ramón Jiménez era un "todólogo". Durante su vida, que se desarrolló entre Santo Domingo y Puerto Rico, fue camarero y laboró en varios restaurantes. También se desempeñó como pintor, involucrando a sus cuatro hijos en la tarea e inspirando al mayor, Robinson, a cultivar la docencia como profesión.
"Era un hombre trabajador. Nos educó muy bien, tú me entiendes: en respetar a los demás, en no ponerle la mano a lo ajeno, y siempre estuvo activo con la familia", resalta Robinson mientras limpia el recinto de su última morada en el Cementerio Nacional Máximo Gómez.
Como él, decenas de hijos, acompañados de sus madres y de las familias que han formado, conmemoran el Día de los Padres visitando los camposantos en el transcurso de este domingo, para honrar la memoria y los valores de la figura paterna que los forjó y que, aún partiendo de la vida terrenal, permanecen presentes en sus vidas.
Las familias aprovechan las visitas para limpiar las capillas, dejarles flores frescas, encender velones y orar por su ser ya fallecido.
Rectitud y unión familiar
"Mi papá decía que lo mejor, siempre lo mejor de todo, era la familia", enfatizó Yolanda Fernández, quien se hizo acompañar de su esposo, su madre y siete de sus diez hermanos, para visitar a su papá, José del Carmen Fernández.
Su rectitud, su seriedad y la importancia que le dan a la familia son apenas tres de los múltiples valores que Yolanda destaca de su padre. "El amor familiar fue lo que más trasmitió a sus hijos y es lo que más cultivó entre nosotros", manifestó.
La familia, quien se despidió de José en marzo de este año, se mantiene visitando la tumba en cada cumplemés, pidiendo su bendición y sembrándole palmas y flores, uno de los hábitos que más disfrutaba en vida.
Una vida tranquila
Mireya Maduro Ariza tiene por costumbre ir cada año al cementerio para encenderle velones a la tumba de su padre, Andrés Maduro. Mireya se hace acompañar de su hija, Gladis Martínez, quien también lleva a sus hijos a orar por la memoria de su esposo, Raúl Martínez.
Andrés Maduro estuvo casado durante 37 años con la madre de Mireya, hasta que esta partió a destiempo. Pero a Gladis le tocó la dicha de estar 67 años y tres meses acompañada de Raúl, con quien formó una familia grande.
"Era un excelente esposo y un excelente padre. Mi vida fue tranquila con él y con los hijos: tuvimos siete hijos que ya son hombres y mujeres grandes y bien casados, nada de irse por la puerta", rememora Gladis.
Presente en todo momento
Hay personas para quienes la figura paterna permanece sin importar cuánto tiempo pase. Así lo palpa un señor que solo se identificó como Eddy. Recostado a las afueras del panteón de su progenitor, el señor, de unos cincuenta años de edad, reprodujo la canción "Mi padre", de Lope Balaguer, como dedicatoria.
"Escuche la canción", dijo a Diario Libre visiblemente conmovido, y resumiendo en las letras del compositor dominicano lo que significaba su padre para él:
"Mi padre era un hombre noble,
de una fortaleza recia,
No le vi nunca en la Iglesia,
Pero su fe, era un roble"
Robinson Jiménez valora como importante que las personas mantengan vívidas las enseñanzas de la figura paterna que, junto a la materna, les otorgó la vida y los ayudó a desarrollarse hasta ser quienes son hoy día."Yo siempre lo recuerdo, lo mantengo siempre presente. Yo les digo (a la gente) que siempre lo mantengan en su recuerdo, en su mente porque, al igual que una madre, un padre... es duro cuando tú lo pierdes", expresó.
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