Joven denunció ser baleado por policías: "No fue a un perro ni a un delincuente que le hicieron eso"
Familiares indican que Asuntos Internos de la institución del orden investiga el caso
El joven es electricista automotriz y trabaja en una compañía local con equipos pesados
El domingo 7 de julio marcó un antes y un después en la vida de Jair Agramonte, un joven electricista automotriz de 24 años. Ese día, salió con la intención de probar un vehículo al que había realizado reparaciones, sin imaginar que sería víctima de un confuso ataque supuestamente por parte de agentes de la Policía Nacional.
Mientras conducía por la comunidad de Ingenio Nuevo, en la provincia de San Cristóbal, Jair fue interceptado por una camioneta y tres motocicletas de la policía. Los agentes, alrededor de diez, le hicieron señales para que se detuviera, y él cumplió con la orden.
"Me hicieron una señal para que me detuviera, y así lo hice. Uno de ellos se bajó de la camioneta del lado del pasajero y empezó a dispararme. Entonces, retrocedí y me subí al vehículo porque tenía que salvar mi vida, ya que me estaban disparando", relató Jair con la voz quebrada.
Añadió: "Cuando di marcha atrás para irme, siguieron disparando, y una de las balas me alcanzó en la espalda. Saqué la mano, manchada de sangre, para que me vieran y dejaran de disparar, pero continuaron haciéndolo."
Aseguró que los policías no se percataron a quién estaban atacando y en ningún momento se dirigieron a él para conocer su identidad.
Herido y mareado, intentó llegar al hospital del municipio de Yaguate, ya que le quedaba a pocos metros, pero fue interceptado por los agentes, quienes finalmente lo trasladaron al Hospital Juan Pablo Pina. Después de dejarlo allí, se retiraron sin dar explicaciones.
La bala que impactó a Jair no pudo ser retirada debido al peligro que implicaría moverla, y fue llevado al Grupo Médico San Cristóbal (Grumed) para recibir el tratamiento necesario. Diariamente debe limpiar la herida y cada diez días, su médico evaluará la posibilidad de una operación para extraer la bala.
A pesar del amargo momento que vivió, agradeció a Dios estar vivo y junto a su familia.
Mostró sus uñas sucias y llenas de grasa, producto del trabajo honrado que asegura realizar para poder sustentar a su familia.
Expresó que aunque pasen 100 años, puede reconocer los rostros de los agentes que lo atacaron sin justificación.
"Al que me disparó y a uno de los que me golpearon, en complicidad con el que disparó, les vi la cara claramente. Pueden pasar 100 años, y si me los ponen ahí, los reconozco", indicó Jair.
Claman justicia
Los familiares de Jair exigen justicia. Su madre, Ana Hilda Agramonte Reyes, describe a su hijo como un muchacho trabajador y honesto, y espera que las autoridades tomen medidas contra los agentes responsables.
"Gracias a Dios Jair está vivo, pero pudo haber sido una víctima fatal a manos de quienes deberían protegernos", expresó.
Tras recibir la noticia, la esposa de Jair tuvo un parto adelantado y debió someterse a una cesárea de emergencia a los siete meses de embarazo. Jair, es padre de un niño.
Las autoridades de la Dirección Regional de la Policía Nacional informaron que, una vez concluyan las investigaciones, el vocero de la institución, Diego Pesqueira, se referirá al tema.
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Un hombre de trabajo
De lunes a viernes, el joven trabaja en una compañía llamada Rodicon en el área de electricidad automotriz con equipos pesados. Los fines de semana, realiza la misma labor de manera independiente.
Con orgullo, mostró las herramientas de diagnóstico que utiliza en su trabajo, demostrando que, aunque herido, su espíritu y dedicación permanecen intactos.
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