Habitantes de la frontera necesitan la intervención del Gobierno
En la zona se registra un aumento en las deportaciones
Se mantiene el registro biométrico de comerciantes
Los pueblos fronterizos ya han pasado un mes de comercio cerrado con los vecinos haitianos. Y eso tiene un impacto en todo. En la frontera la única industria es el mercado. Así como en la región Este la industria es el turismo, el mercado lo mueve todo desde Dajabón hasta Pedernales.
Irónicamente, mientras el comercio del mercado binacional está cerrado, en Elías Piña, un grupo pintó un mural por la celebración de las patronales de Comendador, municipio cabecera de Elías Piña, durante el pasado fin de semana que reza: “Elías Piña ciudad mercado”. Lo que lleva a la pregunta: ¿Y si no hay mercado?
Los principales comerciantes de Elías Piña, aquellos que tienen almacenes con estructuras que rivalizan en tamaño con los almacenes del mercado de Villa Consuelo, son los que poseen mayores mercancías detenidas, pero también los de mayor capacidad para manejar la crisis.
Desesperación de los pequeños
Los que están desesperados son los pequeños, quienes subsisten en base a un intercambio diario de bienes y servicios con Haití.
Esos son quienes, por el momento, elevan las voces de manera desesperada por una solución dominicana al cierre total de la frontera que ejecutó el Gobierno dominicano como respuesta a la decisión haitiana de construir un canal de trasvase en el río Masacre (Dajabón) sin dar a conocer los detalles de la obra, ni la aprobación del gobierno dominicano, una violación al Tratado de Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje del año 1929 sometido por ambos países.
En retaliación, los empresarios haitianos han decido el cierre comercial del lado haitiano.
Esos comerciantes pequeños, que son similares a la mayoría de las personas que hacen negocios en Elías Piña y Jimaní, necesitan que vayan en su auxilio. El sábado pasado estaba pautada el retorno a la provincia de una comisión del Gobierno que da seguimiento a unos 50 comerciantes con productos perecederos a los que se les otorgará ayuda económica por sus pérdidas.
En el grupo no están incluidos, por el momento, los que tienen productos con más de un mes por vencer.
Ese auxilio del Gobierno también lo quieren los que negocian en Jimaní, quienes hacen acelerados esfuerzos por formalizarse en asociación.
Sin embargo, aun con esas ayudas directas a ese grupo, esto no resolvería necesariamente la ausencia de movimiento económico en la región.
Pues los mercados municipales, el transporte, el entretenimiento nocturno, la hostelería y la agricultura también dependen del comercio con Haití.
En el caso de la agricultura y la construcción, la mano de obra principal es la haitiana.
La intermediación es solo una pata
Los grandes comerciantes advierten que los mercados son solo la intermediación de los productos y que, si bien estos son los primeros en resentirse de la crisis, los productores e industriales eventualmente verán sus ventas detenidas por la ausencia de demanda.
Así, ya en Jimaní y Elías Piña comerciantes han devuelto pedidos o comunicado que se atrasarán en los pagos, por la ausencia de venta.
“Elías Piña es solo un mercado, todo se produce fuera de aquí”, advirtió uno de los principales mayoristas al señalar que son los productores de harina, pastas, industriales, los importadores de arenque y los vendedores de embutidos los que en poco tiempo se resentirán por la crisis.
Arrecia plan contra la entrada ilegal
Autoridades de Elías Piña, Jimaní y Bahoruco han visto cómo el Gobierno dominicano ha acelerado las deportaciones de haitianos.
Los camiones que se ven en la carretera Sánchez trasladándose, llenos de migrantes, hacia la frontera son frecuentes. Y en los pueblos conocidos como fronterizos los agentes de la Dirección General de Migración llegan hasta las obras para sacar a los haitianos indocumentados.
A diferencia de épocas anteriores, a los haitianos no los salva ni que intercedan por ellos las personas influyentes de la zona, no hay medias tintas.
En las obras de construcción, por el momento, se apañan con dominicanos y haitianos con documentos. Pero en el campo es mucho más difícil. De acuerdo con los agricultores, el dominicano no quiere estar en los campos.
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