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Pepe García, coordinador de OGP: “Que un gobierno sea abierto es una aspiración”

García estuvo en el país en el cierre de los trabajos de las mesas temáticas para cocrear el quinto Plan de Acción de Gobierno Abierto

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Pepe García, coordinador de OGP: “Que un gobierno sea abierto es una aspiración”
José Antonio “Pepe” García Morales, coordinador regional de apoyo a países de Norteamérica, Centroamérica y El Caribe de la Open Government Partnership (OGP). (FUENTE EXTERNA)

José Antonio “Pepe” García Morales es el coordinador regional de apoyo a países de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de la Open Government Partnership (OGP), una asociación que agrupa a 77 países y 106 gobiernos locales y a miles de organizaciones de la sociedad civil. El objetivo de OGP es que todos trabajen juntos en la cocreación de planes de acciones para emprender reformas en materia de apertura gubernamental para solucionar problemas de políticas públicas.

García Morales estuvo en la República Dominicana en el cierre de los trabajos de las mesas temáticas para cocrear el quinto Plan de Acción de Gobierno Abierto del país. Con él hablamos sobre transparencia, gobierno abierto, rendición de cuentas y sobre el papel de la ciudadanía en la vigilancia de las acciones gubernamentales.

—¿Qué significa que un gobierno sea abierto?

Que un gobierno sea abierto es una aspiración y no digo que sea algo inalcanzable, pero es algo que no se acaba porque siempre hay un nuevo horizonte de apertura. Es un gobierno que tiene la aptitud, la disposición, la voluntad y los procesos. Es decir, actúa en consecuencia de esta aspiración de incluir a la sociedad civil en la toma de decisiones, en el desarrollo de soluciones a problemas públicos.

Pero, también, genera un ambiente de confianza para que exista un diálogo honesto, una comunicación real con la sociedad civil a través de transparencia, de rendición de cuentas, de un ambiente habilitador para que la sociedad civil se organice, dialogue, se reúna. 

Es esta nueva relación entre el poder público y la sociedad. Ese es el gobierno abierto. Crear este puente, este diálogo constante, esta confianza, esta empatía para encontrar problemas, priorizarlos y después de eso cocrear soluciones.

—¿Con qué se rompe esta confianza de la que hablas?

Esa confianza se rompe cuando un gobierno está completamente distante o no tiene interés en estas agendas. Se rompe cuando existe corrupción, cuando se documentan abusos, cuando una persona que ocupa un cargo público dice una cosa y hace otra o cuando el gobierno ataca a las organizaciones de la sociedad civil, les impide organizarse. 

Es muy fácil romper la confianza, de hecho, en toda la región tenemos antecedentes y una historia larga de desconfianza. Lo que estamos haciendo es generar pequeñas burbujas de confianza y estamos viendo cuál es el potencial de estas burbujas, de estos diálogos, de este clima, para encontrar soluciones que puedan ser más exitosas y que tengan legitimidad social por su construcción.

—Hablando de la región, ¿cuál dirías que serían los principales retos?

Hay un reto donde nos preguntamos, como comunidad de práctica, cómo mantener vivo un modelo participativo de esta naturaleza (como las mesas temáticas que se realizan en la República Dominicana) que requiere mucha voluntad de un gobierno, de un Poder Ejecutivo, de un Poder Legislativo, de un Poder Judicial. 

Nos preguntamos cómo incrementar esta voluntad política en los países y cómo hacer que sobreviva este modelo y la comunidad de prácticas que está alrededor de él en países donde, francamente, hay un ambiente contrario o nocivo para esta participación. Hay muchos países en la región donde se están viviendo liderazgos autocráticos, autoritarios, donde hay regresiones democráticas. En estos regímenes autoritarios, más cerrados, nos preguntamos qué hacer para que este tema no se muera. 

"Ya es más costoso cometer errores en lo público"Pepe GarcíaCoordinador regional de apoyo a países de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de la OGP

Y, por el otro lado, tenemos el desafío de cómo demostrar el valor verdadero de este tipo de iniciativas, de este trabajo, para que más personas entiendan el valor de vivir en una democracia, el valor de tener un modelo participativo, que puedan entender, palpar, ver los resultados en sus vidas cotidianas para que la siguiente vez que llegue un líder populista, de derecha o de izquierda, que quiere socavar la democracia y las instituciones democráticas y la cultura de la democracia, la gente pueda decir: “No lo prefiero”.

—¿Cuál dirías que es el mal común?

Yo creo que la desigualdad social hace que un sector muy amplio de la población, que es el sector que tiene las carencias más grandes, no vea valor público en la democracia. Y hay una separación completa entre la clase que gobierna y la clase que sufre de los problemas sociales por la falta de capacidad del Estado para garantizar derechos. Ahí es donde emergen liderazgos autoritarios y populistas que le dicen a la gente: “Yo tengo la solución. Y es muy fácil, todo lo que se ha hecho está mal”.

Ahí es donde viene una polarización que quién sabe a dónde nos va llevar como región, podemos terminar en dictaduras, de izquierda, de derecha. Lo digo para decir que es de todos los espectros ideológicos.  Creo que ese es el mayor riesgo, que nuestra desigualdad social como región nos pone en desventaja para hacer que la democracia les sirva a todas las personas.

Y el otro riesgo que veo es la era de la desinformación. Es un problema en sí mismo que está en nuestra cultura digital, donde todo el mundo puede crear contenidos, pues ahí pueden proliferar las mentiras, la manipulación, la desacreditación, la violencia política, el acoso, el discurso de odio. Tenemos el caldo de cultivo digital para que eso suceda si no lo controlamos. El problema con esto es que la democracia requiere de reglas mínimas para existir y las sociedades también requieren de reglas mínimas. 

Un Estado de derecho que garantice los derechos humanos, una eficiencia en el quehacer del ente público, del ejercicio. Y cuando tú le metes la capa de desinformación es muy difícil darte cuenta qué es lo que está pasando en verdad. 

—¿Qué le dirías a esos funcionarios que todavía se resisten a la transparencia?

Yo les diría que hay que entender que el cambio cultural en República Dominicana está aquí. Hay instrumentos, hay momentos, hay oportunidades como esta que implican sentarse con distintas partes y personas a diseñar soluciones y eso pasa por el diálogo, por la empatía, por hacer cosas distintas a las que se han hecho, por innovar, por experimentar, por arriesgar y este es un espacio seguro (la creación de mesas temáticas) para hacerlo porque el gobierno les acompaña en esta narrativa de cambio.

La otra es entender que las personas estamos de paso. Solo ocupamos la silla un momento y como servidores públicos se tiene que hacer conciencia. La palabra lo dice todo: esa gente está ocupando una silla para servir y ese servicio dura un tiempo. Puede durar mucho, si es servicio profesional de carrera.

Servir a las demás personas a tratar de acceder a un servicio público, a garantizar derechos. Todos somos importantes en un engranaje, que es el Estado, pero hay que mantener una actitud de servicio y conciencia de que estamos de paso. 

—¿Cómo estuvieron los gobiernos en cuanto a transparencia en la pandemia?

Hubo distintas respuestas. Por la naturaleza de la emergencia hizo que los gobiernos enfocaran sus recursos y su atención a responder a la pandemia. De pronto, parecía que la ventanilla de transparencia estaba cerrada porque no era prioridad. 

La comunidad de práctica de la región, en una reunión, fue muy clara y arrojó una frase que me encantan, que es: “La transparencia no puede entrar en cuarentena”. ¿Por qué? Porque los gobiernos que se cerraron, que dejaron de transparentar, que dejaron de rendir cuentas y que, incluso, aprovecharon la discrecionalidad que les permitía la emergencia, también perdieron la oportunidad de hacerlo mejor. 

La transparencia se debió haber visto como un aliado, como una herramienta para hacer mejor las cosas y para que la sociedad pudiera ir conociendo el trabajo, el desempeño de los gobiernos en sus respuestas. En asegurar que los fondos millonarios que se asignaron a distintas cosas fueran bien gastados, bien asignados, etc.

También nos dimos cuenta de que los gobiernos que ya tenían trabajo hecho, de infraestructura, de plataformas de transparencia, fueron los más efectivos. Digamos que ya tenían la capacidad instalada para enfrentar una pandemia con un enfoque de transparencia y de rendición de cuentas.

Sí vimos un retroceso en muchos países, en la gran mayoría. Vimos retrasos en estos trabajos. Pasaron a segundo plano, dejaron de ser prioridad. También detectamos que la falta de apertura, de transparencia, de rendición de cuentas, abrió muchos frentes de corrupción y ahí están miles de historias, de reportajes, de cómo se usaron mal los recursos públicos para enfrentar la pandemia, donde hubo abusos, donde se perdieron vidas por esto.

Ahí está la lección. ¿Qué tenemos que hacer como sociedades para la siguiente emergencia? Porque siempre va a ver: va a ser un huracán, va a ser una pandemia, va a ser el cambio climático que va a acabar con todos en 30 años. Siempre va a ver una emergencia, y la única manera de enfrentarla dignamente, para hacerlo mejor posible como un Estado, es con apertura.

Entonces, hay que construir capacidades ahora que estamos, quizás, en la parte baja de la pandemia para construir resiliencia, planes, analizar, riesgos, y si estar preparados para la siguiente contingencia y poder reaccionar siempre con estrategia.

—¿Está la población más vigilante? 

Creo que sí porque una de las ventajas de la digitalidad y la sociedad de la información, y como va penetrando la tecnología en las sociedades, es que está al alcance de un clic, de un scroll down... y cuando algo pasa, muy malo, algo que puede indignar a la sociedad, rápidamente, la sociedad se puede enterar.

Ahora hay más análisis de datos, más periodismo de investigación, gente que puede documentar abusos en tiempo real. Ya es más costoso cometer errores en lo público

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Graduada de Comunicación Social mención Periodismo en la UASD. Tiene experiencia trabajando en periódicos impresos y digitales, también en la producción de programas radiales.