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Regresad a las provincias, el plan de Duterte para descongestionar Manila

Sara Gómez Armas

Manila, 3 jun (EFE).- La pandemia de COVID-19 en Filipinas ha servido de impulso para que el Gobierno de Rodrigo Duterte lance un plan para devolver a miles de filipinos a sus provincias de origen, en un intento de descongestionar Manila, una de las capitales más densamente pobladas del mundo con más de 13 millones de habitantes.

El Gobierno ofrece dinero en efectivo y oportunidades laborales para incentivar el retorno de filipinos a ciudades secundarias del país bajo el programa 'Balik Probinsya, Bagong Pagasa' (Regreso a la provincia. Nueva Esperanza), uno de los planes más agresivos en décadas para repoblar las provincias.

'Manila ha alcanzado su máximo. La migración sostenida a la capital no ayuda en la pandemia actual', señaló hoy en rueda de prensa el director del programa, Marcelino Escalada.

UN MILLÓN DE RETORNADOS

Desde el lanzamiento del programa a mediados de mayo, se han adherido 79.746 personas -43.750 de manera individual y 35.996 desean viajar con sus familias-, pero el Gobierno aspira a que se inscriban un millón de filipinos.

Según Escalada, desempleados, sintecho -cuyo número ha aumentado visiblemente en la cuarentena- y familias que viven en zonas propensas a desastres naturales tendrán prioridad como beneficiarios, que recibirán hasta 110.000 pesos (3.000 dólares) en ayudas en dinero en metálico y bienes.

Las provincias insulares del centro del país son las predilectas entre los que se han sumado al plan y una primera tanda de 200 filipinos ya retornó la semana pasada a la isla de Leyte, la mayoría emigrantes que huyeron en 2013 de la devastación que dejó en la zona el supertifón Haiyan.

Descongestionar Manila ha sido una de las eternas cuentas pendientes de sucesivos gobiernos filipinos, pero la grave crisis que se avecina por la pandemia ha obligado a acelerar esos planes.

Con 13,7 millones de habitantes -más de un tercio vive hacinado en barriadas de chabolas o en la calle-, Manila experimentó un crecimiento exponencial en las tres últimas décadas, en gran parte debido al éxodo rural hacia la capital en busca de trabajo.

Como resultado, los servicios básicos en la ciudad, como transporte público, educación o sanidad, están desbordados y la nueva normalidad que se impondrá tras la pandemia -con requisitos de distancia social y salud pública- es inviable en esas condiciones.

Aunque la tasa de pobreza se ha reducido notablemente en el conjunto del país -llegó a alcanzar el 30 % a principios de siglo-, todavía un 16,6 % de los filipinos vive bajo el umbral de la pobreza en un país de 108 millones de habitantes.

CRISIS Y DESEMPLEO

Según el Departamento de Empleo, 2,6 millones de personas se han quedado sin trabajo en Filipinas durante la cuarentena por COVID-19 -un tercio de ellas en la capital- y se estima que para final de año la cifra de desempleados alcance los 10 millones, mientras la economía filipina entrará en recesión por primera vez desde 1998.

El desafío del 'Balik Probinsya' es ofrecer empleos estables en las provincias, ante el riesgo de que sea solo una solución temporal hasta que la economía se recupere, ya que el grueso de la actividad se concentra en Manila, que acapara el 36 % del PIB filipino.

La migración masiva a Manila comenzó en la década de los setenta, cuando el dictador Ferdinand Marcos emprendió un programa de infraestructuras que requería mano de obra en la capital, que entonces contaba con unos 4 millones de habitantes.

Duterte pretende utilizar 'Build, Build, Build', su plan de modernización de infraestructuras, como foco de atracción de trabajadores a las provincias, ya que gran parte de los proyectos se ubican fuera de la capital. EFE

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